Permanecer en la Presencia de
Dios, secreto de la oración
Fernando Alexis Jiménez
S
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i algo llevó a que Leticia renunciara a
su disciplina de orar cada día, fue la sensación de que Dios no escuchaba su
clamor y que no valía la pena seguir intentándolo. “Creo que el asunto de la oración no es para
mí”, dijo. Y definitivamente no siguió sacando tiempo para buscar la
Presencia de Dios; en cambio se dio a la tarea de encontrar libros que le
refirieran cómo orar con eficacia…
¿Le ha ocurrido?
Probablemente esté buscando un sinnúmero de títulos sobre cómo orar o tal vez,
está a punto de abandonar la oración, ese punto maravilloso de contacto que
tenemos con el Dios del universo, con el Padre amoroso que todo lo puede.
No creo que haya un
guerrero de oración que no haya pasado por esta situación. El asunto es que nos
damos por vencidos fácilmente. Es aquí donde cobra particular vigencia lo que
enseña el autor y conferencista internacional, Weslet L. Duewel: “A menudo el misterio es grande en cuanto al
lapso de tiempo necesario para la oración que prevalece. El secreto de la
oración que prevalece consiste sencillamente en orar hasta que lelgue la
respuesta. El espacio de tiempo es, finalmente, indiferente. Lo que cuenta es
la respuesta de Dios. El espacio de tiempo necesario puede resultar a menudo
desconcertante y puede llegar a ser una prueba de fe.”(Weslet L. Duewel. “La
oración poderosa que prevalece”. Editorial Unilit. EE.UU. 1995. Pg. 16)
Oramos un día y
pretendemos que el milagro se produzca ya. Y no en todos los casos ocurre así.
Es cierto, hay momentos en los que una sola oración produce hechos maravillosos
de parte del Señor, pero no es la regla sino la excepción.
Lo esencial para ser
eficaces al orar, es permanecer en la Presencia del Señor. No es algo que se
aprende en los libros sino que se vive a partir de desarrollar intimidad con
Él.
¿Cómo permanecer en Su Presencia?
El secreto para
permanecer en la Presencia de Dios es desarrollar intimidad con Él. Es la
respuesta al interrogante que se formulaba el salmista y que, sin duda, es el
mismo que le asalta a usted: “Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario? ¿Quién puede entrar
a tu presencia en tu monte santo?”(Salmo 15:1. Nueva Traducción Viviente)
No hay nada mejor que la
certeza de que Dios está con nosotros, ahí mismo. Que es tan real –pero tan
real—que basta extender la mano para sentirle con nosotros. Intimidad,
Presencia, Permanencia: tres elementos esenciales para un guerrero de oración.
Comparto cuatro principios que le resultarán
muy útiles, si desea estar en la Presencia del Señor siempre. Así le ahorro la
lectura de muchos libros y de paso, le llevo a algo práctico:
1. Vida santa delante de Dios
Dios escucha a los
justos. Sus oraciones siempre llegan a la Presencia del Padre. Es un principio
que encontramos reafirmado en las Escrituras. El salmista lo explica con
sencillas palabras al responder quiénes
permanecen en Él: “Los que llevan una vida intachable y hacen
lo correcto, los que dicen la verdad con corazón sincero.”(Salmo 15:2. Nueva
Traducción Viviente)
Llevamos una vida
irreprensible en la medida en que renovamos nuestra forma de pensar y de actuar
(Cf. Romanos 12:2) Desechamos la vieja vida con sus parámetros equivocados e
incorporamos la Palabra en nuestra existencia. Si lo hacemos, podremos pensar y
hacer lo correcto y anidar la verdad en nuestro ser. La transformación será
evidente, pero más allá, consistente en el tiempo, es decir que permanecerá.
2. Medir el alcance de nuestras palabras
Lo que decimos es muy
importante porque es con los labios que exaltamos a Dios, pero es con ellos que
a veces pronunciamos palabras que hieren o destruyen a otras personas. Es
importante, por tal motivo, que midamos el alcance de nuestras palabras. Ser
muy cuidadosos. Él sabrá cómo obrar si tan solo dependemos de Él en aspectos
tan esenciales como la forma de expresarnos.
El salmista aseguró que
estarán en la Presencia de Dios siempre quienes “…Los
que no se prestan al chisme ni le hacen daño a su vecino, ni hablan mal de sus
amigos.”(Salmo 15:3. Nueva Traducción Viviente)
Ser prudentes, midiendo
cada palabra. Es una forma de expresar la santidad de nuestra vida. Nos asegura
que las oraciones serán eficaces. Recuerde que podemos saber de memoria toda la
Escritura, pero si dañamos con las palabras, habremos borrado con el codo lo
que escribimos con la mano.
Una vida de oración nos ayuda desarrollar intimidad con Dios |
3. Integridad en lo íntimo y el desenvolvimiento social
Recientemente asistí a
una iglesia muy grande. Lo hice porque deseaba ser alimentado con la Palabra, y no siempre ser quien doy enseñanzas
desde el púlpito. Iba junto a mi esposa, dispuestos a recibir un buen sermón
dominical. Era tanta la gente que estaba seguro de pasar desapercibido.
--Pastor, el templo está lleno pero tenemos un sitio para ustedes;
síganme por favor--, nos dijo un ujier al vernos.
Ese incidente me
reafirmó algo que tengo presente y comparto con usted: Jamás sabemos quién nos
conoce, de ahí que debemos evidenciar integridad donde quiera que vamos.
Y es uno de los
requisitos que plantea el salmista para estar siempre en la Presencia del Señor:
“Los que desprecian a los pecadores descarados, y honran
a quienes siguen fielmente al Señor y mantienen su
palabra aunque salgan perjudicados.”(Salmo 15:4. Nueva Traducción Viviente)
Es menester que
evaluemos incluso con quiénes compartimos amistad. No significa que dejemos de
hablar con la gente, sino que revisemos cuál es nuestro círculo de amistades y
con ellos, y aún sin que estén con nosotros, observemos integridad.
4. Reafirmar nuestras palabras con los hechos
Con
frecuencia se nos señala a los cristianos de ser muy buenos para predicar pero
muy débiles al momento de ser coherentes con los hechos. Y probablemente tienen
razón, ya que creo personalmente que un mal testimonio pone barreras para que
las personas se conviertan a Cristo Jesús.
Por eso llama
la atención con aquello que concluye el salmista: “Los
que prestan dinero sin cobrar intereses y no aceptan sobornos para mentir
acerca de un inocente. Esa gente permanecerá firme para siempre.”(Salmo
15:5. Nueva Traducción Viviente)
La
insensibilidad a las necesidades del
prójimo levanta barrera en nuestra relación con Dios. No podemos pretender ser
eficaces en la oración si somos ajenos al dolor de los demás, y encima, no
hacemos absolutamente nada para ayudar.
Es tiempo de
dinamizar nuestra vida de oración y sólo será posible en la medida en que haya
consagración al Señor, entrega, santidad, rendición. Todos podemos lograrlo,
pero debe haber disposición de corazón ya que una cosa es buscar la Presencia de
Dios y otra bien distinta, estar en la Presencia de Dios.
Y a propósito de Dios,
¿Ya le abrió las puertas de su corazón al Señor Jesús? Hoy es el día para que
lo haga. Él desea entrar en su vida y obrar de manera especial. Basta que usted
se rinda en Su Presencia y le permita que haga de usted una persona nueva.
Decídase hoy por Cristo. Ábrale las puertas de su corazón.
Si tiene alguna
inquietud, por favor no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llámenos al (0057) 317-4913705
©
Fernando Alexis Jiménez
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