¿Por qué no reciben respuesta nuestras
oraciones?
Es importante que aprendamos a orar conforme
lo quiere Dios...
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Fernando Alexis Jiménez
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oberto argumentó que Dios no
escuchaba sus oraciones y, literalmente, no volvió a hacerlo. “Pareciera que Dios se olvidó de mí”,
argumentó como sustento para su decisión de no seguir clamando. Algunas de sus
peticiones –dijo—jamás habían tenido eco. “Mis
oraciones no pasaban del techo de la casa”, se quejó.
Él no es el único. Posiblemente
usted se encuentra en una situación similar. Considera que no vale la pena
seguir orando. ¿Le ha ocurrido alguna vez? Lo embargó el desánimo y quizá la
frustración.
Si es así resulta de suma
importancia que lea cinco razones por las cuales nuestras oraciones no reciben
respuesta. Estoy seguro que despejará muchos de sus interrogantes:
¿Dios necesita que le convenzamos
para que obre un milagro? Sin duda que no. La llave para obtener la
manifestación milagrosa, parte de nuestras oraciones. ¿Cómo deben ser?
Específicas. Al Señor no lo presionamos con palabras bonitas ni tampoco dando
muchos rodeos para pedir algo.
Este principio se encuentra
ilustrado en la enseñanza que impartió el Señor Jesús: “Y
orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su
palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro
Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.”(Mateo
6:5-8)
Cuando tomamos conciencia de la
poderosa enseñanza que encierra este pasaje, sin duda nos vemos avocados a
revisar qué tipo oraciones elevamos delante del Señor.
Dios nos ama, atiende nuestro
clamor, pero como Padre amoroso espera que seamos directos, puntuales. Hablar y
hablar no lleva más que a un desgaste personal. Dios está atento a la
disposición del corazón, no a lo mucho que le decimos en procura de algo en
particular.
2. Cuando no hay sano propósito en el corazón
Viene a mi memoria la historia de
un creyente que pedía a Dios un auto. “Señor,
los domingos es muy complicado tomar bus y ando con toda mi familia. Provéeme
un carro”. Era un clamor insistente. Vez tras vez, lo mismo: un vehículo.
Y llegó el día en que compró un
automóvil nuevo. A través de un crédito que se dio con facilidad. Pero hasta
allí llegó el cristiano. Los domingos no iba a la iglesia, con el auto nuevo,
sino de paseo…
El Señor conoce las intenciones
de nuestro corazón y en gran medida, ese propósito oculto levanta una barrera
para que nuestras oraciones reciban respuesta, como explicó el apóstol
Santiago: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos
entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros
miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis
alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no
pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros
deleites. ” (Santiago 4:1.3)
Es importante revisar por qué y
para qué pedimos las cosas. Evaluar qué motiva nuestras oraciones. Es revisión
es esencial, porque si nos estimula experimentar una revolución en nuestra vida
espiritual, es importante pedir conforme a la voluntad de Dios, que en cuanto
nos concede, Él sea glorificado y esté en consonancia con lo que desea para nosotros.
3. Cuando hay
altivez en nuestro corazón
Elevar nuestras oraciones a Dios
debe ir acompañado de una actitud humilde. Pensar que Dios está obligado a darnos las cosas, es un
tremendo error. El nos provee, obra
milagros y cambia las circunstancias por el amor que nos tiene, no porque sea
su compromiso. Lo hace por gracia,
por misericordia pero, ante todo, por amor.
Es importante que reevaluemos
nuestra vida de oración también en cuanto a la actitud que nos asiste en el
momento en que elevamos nuestra voz al Señor.
Las Escrituras arrojan información respecto a la forma como debemos orar... |
Nuestro amado Salvador Jesús
ilustró la importancia de la humildad al relatar la parábola del fariseo y el
publicano: “A unos que confiaban en sí mismos como
justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos
hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy
gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo
lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los
ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí,
pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro;
porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido. ” (Lucas 18:9-14)
Téngalo siempre presente: Dios
responde a nuestras oraciones por amor, no porque algo o alguien le obliguen.
4. Cuando anidamos pecado en el corazón
Infinidad de personas procuran
disponer del Dios bombero. Un Dios
hecho a su manera, al que puedan acudir sólo cuando lo necesitan.
“Estoy buscando al Señor para que obre un milagro pero no me responde”,
me compartió un hombre de negocios que necesitaba encontrar una “salida rápida” al cúmulo de deudas que
enfrentaba y creía que el camino rápido y económico era el Padre celestial. Al
revisar su vida, encontrarnos que no quería renunciar a una vida disipada. Su
propósito era seguir pecado pero al tiempo, recibir milagros del Creador.
¿Es posible? Por supuesto, va en
contravía de lo dispuesto por el Padre ya que Él advirtió: “Porque los ojos del Señor están sobre los
justos, y sus oídos
atentos a sus oraciones; pero
el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.”(1 Pedro
3:12)
Fidelidad a Dios va de la mano
con una vida de milagros. Piense en eso. Es una Ley del Reino. No podrá
modificarla por mucho que quiera o crea que es como debería ser.
5. Cuando las oraciones no van de la mano con la fe
Si oramos es porque dentro de
nosotros hay un convencimiento, y es que Dios responderá con poder en la medida
en que haya fe en nuestro corazón al orar.
El Señor Jesús enseñó: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando,
creed que lo recibiréis, y os vendrá.”(Marcos 11:24)
Le invito a considerar los
elementos que encierra esta enseñanza: Pedir lo que necesitemos, en oración;
tener la certeza de que –si pedimos—recibiremos. Y saber esperar en el tiempo
de Dios que va de la mano con la perseverancia.
Le invito a considerar estos
cinco elementos respecto a por qué muchas veces no encontramos respuesta a
nuestras oraciones. Un análisis juicioso nos llevará a aplicar correctivos y
asumir compromiso con el Señor. Si oramos, recibimos, pero debe haber fidelidad
a Dios, compromiso y perseverancia.
A propósito, ¿Ya recibió a
Jesucristo? Hoy es el día para que lo haga. Ábrale las puertas de su corazón.
Puedo asegurarle que no se arrepentirá de dar ese paso porque prendidos de la
mano del Señor Jesús emprendemos el maravilloso camino hacia el crecimiento
personal y espiritual. Él e4s quien nos da la fuerza necesaria para crecer.
Si tiene alguna inquietud, por
favor no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llamarnos al (0057) 317-4913705
© Fernando
Alexis Jiménez
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