Dios nos perdona y ofrece siempre una nueva oportunidad |
1. Lectura Bíblica: Romanos 8:33, 34
2. Versículo para memorizar:
“¿Quién acusará
a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó; el que además está a
la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”(Romanos 8:33, 34).
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
Raquel miró a su esposo con
una mezcla de furia y de tristeza tras escucharlo decir cualquier cantidad de
improperios, fruto de la furia porque el café se derramó sobre el periódico de
la mañana. “Sinceramente no imaginé que
reaccionaras así”, le dijo al tiempo que recriminó que un sicólogo, muy
reconocido en el ámbito científico, se expresara con tal procacidad. “Eres irascible y vulgar”, le recriminó.
Raquel no podía admitir que él obrara de esa manera, y
baste decir que pasaron muchas semanas antes que llegaran a un acuerdo. Lo que
solía repetirle su esposo, después de arrepentirse por el error, era que todos
cometemos errores: “Nadie está exento de
fallar”, le decía.
¿Podemos perdonar el error? Y algo más: ¿Dios nos
perdona? La primera pregunta que debemos formularnos, para responder al
interrogante, es: ¿Quién no ha cometido
errores? Sin duda no hay ni siquiera uno. En mayor o menor medida, todos
hemos errado.
Incurrimos en fallas cuando obramos movidos por el
corazón y no por la búsqueda sincera de Dios en procura de guía para las
decisiones que tomaremos.
Una imagen que ilustra los beneficios de ir al Padre para
que nos oriente, la representa alguien que está en lo alto de una montaña. Él
conoce lo que hay antes de esa montaña y, dada su posición privilegiada en lo
alto, sabe lo que hay después. Así es Dios, no solo nos creó sino que sabe lo
que ocurrió y lo que ocurrirá. Por esa razón debemos consultarle respecto a las
decisiones trascendentales que nos vemos abocados a tomar.
En el caso específico de la persona con la que nos
involucramos sentimentalmente, es esencial que presentemos a Dios esa
situación.
Aún si el pretendiente asiste a una congregación, ése
hecho no determina que sea el más idóneo. Casos se han dado de chicos que, en
apariencia, son creyentes; sin embargo están tras otros objetivos. Una vez los
consiguen, como por ejemplo conquistar una chica, dejan de congregarse.
El complejo de
culpa que usted arrastra, se ha convertido en una poderosa ganancia para
Satanás. Él está sacando provecho de su desánimo y sensación de indignidad para
sacarla incluso del camino cristiano.
En la
Biblia leemos que el enemigo espiritual nuestro, busca sembrar
pensamientos derrotistas en nuestro ser, acusándonos de los errores pasados. “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: “Ahora
ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de
su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos, el que
nos acusaba delante de nuestro Dios día y noche”(Apocalipsis 12:10).
Observe cuidadosamente que las veinticuatro horas del
día, Satanás ejerce su labor de acusación. Él coloca ideas en su mente,
buscando que vuelva atrás en su vida espiritual. Le lleva a sentirse culpable.
Pero gracias a la obra del Señor Jesucristo, quien murió
en la cruz por sus pecados y los míos, el diablo y sus secuaces están vencidos.
Así lo describe el apóstol Pablo: “¿Quién acusará
a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará?
Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó; el que además está a
la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”(Romanos 8:33, 34).
¿Se da cuenta? Usted es una persona escogida por Dios. Desconozco
qué error haya cometido, pero lo que sí sé, es que Dios le perdonó al ver su
arrepentimiento, le abre las puertas a una nueva vida. ¡Tiene usted la
oportunidad de seguir adelante emprendiendo nuevos días! Si no ha recibido a
Cristo Jesús, hoy es el día para que lo haga. Si tiene alguna inquietud,
escríbanos a webestudiosbiblicos@gmail.com
o llámenos al )0057)317-4913705.
© Fernando Alexis Jiménez
4. Preguntas
para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Reconozco que he fallado en mi vida
diaria?
b. ¿Qué hago además de reconocer mis errores?
c. ¿Pido perdón por ofender a otras personas?
d. ¿Reconozco el amor de Dios que me perdona
y me lleva a perdonar?
e. En adelante reconozco mis pecados y me
acojo al perdón ilimitado de Dios, por su amor, gracia y misericordia…
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