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¿Sabía que perdonar es esencial en la relación matrimonial?



 
Debemos perdonar las ofensas del cónyuge
1.  Lectura Bíblica: 1 Pedro 3:9; 1 Juan 1:9; Proverbios 4:23;

2.  Versículo para memorizar:

“No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición” (1 Pedro 3:9)

3. Desarrollo del tema:
           
Uno de los problemas más frecuentes en la relación de pareja son las ofensas mutuas, que terminan por resquebrajan y posteriormente desmoronar la relación matrimonial. Los especialistas coinciden en asegurar que producen—a la postre—el distanciamiento y divorcio emocional, previo a la separación.


Nuestro propósito permanente debe ser identificar dónde hay fallas en la relación conyugal, y disponer el corazón para el perdón. Al respecto cabe citar al autor, Gary Rosberg, cuando escribe: “Lo que queremos lograr, como matrimonios y como pareja, es lograr el compromiso de tratar el dolor y el enojo, de resolver los conflictos, de perdonar al ofensor y de renovar la relación. La meta es llevar la relación a un nivel de sanidad, de apertura, de unidad que te ayude a ser aceptado y conectarte de nuevo en la relación.”(Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonios a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2002. Pg. 80)

Como familia nos integramos para crecer juntos, vivir momentos gratificantes, enfrentar dificultades y salir airosos con ayuda de Dios. ¿Qué ocurre cuando hay dificultades? Primero, comprender que son apenas previsibles en la pareja, pero en segundo lugar, orar a Dios que no se contamine nuestro corazón con resentimiento y rencor (Cf. Proverbios 4:23), producto de las ofensas que a veces recibimos o generamos, en algunos casos de manera inconsciente.

Pues bien, como matrimonio contribuimos a satisfacer las necesidades espirituales, emocionales y físicas del otro, prodigar respeto y honra como lo pedimos también, aprender a convivir en pareja (Cf. Romanos 12:10, 18), y tener la suficiente madurez para reconocer que es necesario dar de nuestra parte para que la relación sea sólida.

Cuando decimos algo inapropiado a nuestra pareja, le ofendemos. Pueden ser palabras o gestos los que terminan causando dolor. Estos incidentes terminan sembrando tristeza, desaliento y en ocasiones, distanciamiento en clara contravía de nuestro mayor compromiso: desarrollar la relación matrimonial y sentar las bases para su sostenibilidad en el tiempo.

Los matrimonios hoy día se ven amenazados por los vientos de divorcio. ¿Qué si provenimos de un hogar disfuncional donde hubo separación? Nos corresponde romper esa cadena y evitar que ese ciclo destructivo se repita en nuestra relación de pareja.

Recuerde los tres pasos del conflicto:

a. Ofensa (Motivo)
b. Dolor (Reacción)
c. Enojo (Consecuencia)

El enojo es el nivel más alto, pero Dios nos enseña que debemos aprender a manejarlo y no incurrir en pecado (Efesios 4:26) Tenemos la opción de seguir guardando el enojo y no decir nada, hasta que inevitablemente estallamos, o disponernos con ayuda del Señor, a perdonar la ofensa.

La forma como percibimos las ofensas varía en cada uno y depende, fundamentalmente, de la crianza, valores, enseñanzas que hemos recibido e incluso, la forma como nuestros padres reaccionaban ante la ofensa, lo que a su vez nos marca.

La verdad es que la gran mayoría de matrimonios sin distingo del nivel espiritual somos susceptibles a conflictos y heridas emocionales que afectan sus relaciones. 

Una persona víctima de violencia doméstica agresiva, debe buscar ayuda de inmediato con un familiar o una amistad cercana y llamar a las autoridades respectivas. No debe permitir que pase más de una vez, porque si lo hace, el agresor interpreta que usted nunca le acusará y se sentirá alentado a continuar el abuso.



Si usted ha sido víctima de heridas no violentas, pero muy dolorosas emocionalmente, debe aprender a perdonar y liberarse de los pensamientos negativos que pueden provocar los rencores no resueltos. Estamos llamados a perdonar, y algo más: bendecir a nuestra pareja. Recuerde lo que enseña el apóstol Pedro: “No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición” (1 Pedro 3:9)

No podemos olvidar jamás que nuestro matrimonio es muy valioso, por encima delas dificultades que haya. Dios creó la familia, ama la familia, cuida de la familia ysin dudanos ayuda a resolver los problemas que surjan al interior del hogar.

4. Preguntas para la discusión en grupo:

a.  ¿Perdono a mi pareja cuando me ofende?
b. ¿He identificado cuáles son los aspectos por los que más tengo conflictos con mi pareja?
c. ¿Dispongo mi corazón para llegar a acuerdos para superar los conflictos?  
d. ¿El orgullo me impide perdón cuando he ofendido a mi cónyuge?
e. ¿Pido a Dios ayuda cuando tengo conflictos de pareja, en procura de que se resuelvan?
f. ¿Qué correctivos hemos aplicado para evitar tantos conflictos?

3. Oración al terminar la Célula familiar:

“Amado Dios, te damos gracias porque nos has venido instruyendo sobre cómo edificar familias sólidas. Sabemos que tú nos guías en todo cuanto emprendemos y sabemos que, prendidos de tu mano, vamos a mantener una buena relación de pareja y con nuestros hijos. Concédenos la sabiduría para reconocer cuando hemos fallado y pedir perdón, cuando haya que hacerlo. Sometemos nuestras vidas en tus manos. Amén”

© Fernando Alexis Jiménez


Perdonar la ofensa es clave en nuestra relación matrimonial

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