¿Cuál es la Fuente del amor duradero?
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s probable que algunos lectores estén pensando: Todo esto que se dice aquí acerca de tener buenas relaciones y de "conectarse" a Cristo como una fuente de vida es fantástico e inspirador. Puedo creer que resulte con otras personas, pero no conmigo. Para mí no hay esperanza.
Recuerde que si Dios ocupa el primer lugar en nuestras familias, podremos superar las dificultades... |
En casi veinte años de trabajar con individuos, parejas y familias he escuchado verdaderas tragedias. Por cierto, muchas de ellas suenan como si fueran la excepción y Dios no pudiera convertirlas en algo positivo. Permítanme contarles la historia de Diana.
Diana asistió a uno de nuestros seminarios cuando tenía unos sesenta años. De niña había vivido en una hermosa casa en el noroeste del país. Su padre había sido un abogado respetado en la comunidad, pero en su casa era un terror. Abusaba verbal y algunas veces físicamente de su familia, y su actitud era crítica e inalcanzable.
Cuando Diana tenía nueve años, su madre descubrió que su esposo le era infiel. En un ataque de ira, lo amenazó con sacar ese incidente a la luz arruinando su reputación en la pequeña ciudad donde vivían. Pero como un león herido, él se volvió en contra de ella y con todo éxito la demandó pidiéndole el divorcio, y manchando su nombre en el proceso.
Ese juicio de "telenovela" fue tan sórdido, que otros padres les prohibieron a sus hijos que jugaran o hablaran con Diana y con su hermano en la escuela. Luego, un día, las circunstancias se tomaron mucho peores de lo que Diana jamás podría haber imaginado.
Cuando ella y su hermano llegaron de la escuela se encontraron con una empresa de mudanzas que estaba empacando todo y alistando las cosas para desocupar la casa. El padre había ganado el juicio de divorcio e inclusive había conseguido una orden de la corte para obligar a su ex-esposa a abandonar la casa.
Mientras la madre lloraba, el hermano mayor de Diana se puso furioso. Entró como un huracán en la casa y subió a la habitación de su padre, de la cual tomó un revólver que estaba guardado en el velador.
Al salir de la casa, su abuela se encontraba en el porche, y lo vio con el revólver. En medio de la furia, él le dijo que iba a buscar a su padre para matarlo. Ella lo asió tratando de quitarle el revólver; pero en la lucha se escapó un disparo. En medio de un terrible accidente, el hermano de Diana mató a su abuela.
Aquel día, una tragedia seguiría a la otra. Cuando la policía llegó a la casa, encontraron al muchacho escondido en el garaje de un vecino. Hubo un intercambio de disparos y un oficial de la policía resultó herido de gravedad, y el hermano de Diana perdió la vida ese día.
¿Puedes imaginarte cómo se sentía la niña? Con sólo nueve años, había tenido que vivir el trauma del hostil divorcio de sus padres. En un mismo día perdió a su abuela y a su hermano. La comunidad la culpaba porque su hermano casi había matado a un policía. Y ahora literalmente se encontraba en la calle, luego de haber vivido rodeada de lujos.
No había nada bueno en lo que le sucedió a esta mujer o a su familia. El dolor que su padre y su hermano le habían provocado la había afectado de por vida. Pero Diana nos dijo: "Me ha llevado muchos años, pero realmente puedo decir que Dios ha utilizado mi trágica niñez para hacerme una persona mejor, especialmente con mi familia. He tenido que trabajar mucho, pero sé que Dios me ha hecho una esposa y una madre más amorosa por todo lo que sufrí."
Tú dirás que seguramente su historia es una excepción. Tal vez sea excepcional, pero difícilmente una excepción. He aquí otra historia tristísima. La compartiremos para subrayar que sea cual sea la lucha de una persona, si Dios puede convertir una situación como ésta en algo valioso, también puede producir un resultado similar en nuestras pruebas.
Dos caminos que conducen a un solo lugar
Durante la guerra de Vietnam, dos personas muy diferentes eran parte de un comando especial de la armada de los Estados Unidos, un grupo ultra elitista enviado en misiones muy peligrosas de reconocimiento y ataque sorpresa. Una de estas personas era Dave Roever.
Dave se sentaba en su litera y acompañándose con su guitarra les cantaba canciones folklóricas religiosas a sus compañeros y les decía cuánto los amaba Dios. La otra persona de la que quiero hablar ocupaba la litera de encima de la de Dave y se llamaba Mickey Block. Este, junto con otro soldado le hacían la vida imposible a Dave diciéndole constantemente que se callara y que se dejara de predicar. Como sucedía en muchas unidades de combate, le dieron un sobrenombre a Dave. Mientras estuviera en Vietnam se llamaría "el Predicador". Dave también les puso un sobrenombre a estos dos hombres, llamándolos Malo No. 1 y Malo No. 2.
Es importante que eduquemos a nuestra familia sobre sólidos principios y valores... |
Una noche, durante una invasión sorpresiva en su bote fuertemente armado, otro navío americano los confundió con el enemigo y comenzó a dispararles. Mickey recibió unas doce heridas de balas de alto calibre. Su pierna derecha estaba hecha pedazos, y la parte superior de su mano izquierda estaba destrozada por el impacto de una granada.
La vida continuó en el frente, y Mickey no tuvo muchas noticias de aquellos que habían luchado con él en el comando especial, pero cuando oyó algunas noticias de Dave, supuso que había muerto.
No mucho tiempo después de que Mickey fuera herido, Dave salió en una misión de combate con un escuadrón de hombres que fue sorprendido por el fuego enemigo. Dave sacó una granada de fósforo de su cinturón para iluminar la posición del enemigo y se puso de pie para arrojarla, pero al echar su brazo hada atrás, una bala dio en la granada, y la hizo explotar cerca de su oído.
Yaciendo a un lado de un lodoso río de Vietnam, pudo ver a una parte de su rostro flotando en el agua. El resto de su cara y su hombro humeaba y ardía.
Dave Roever estaba seguro de que moriría, pero no fue así. Sus compañeros lo sacar caí del agua, lo llevaron en avión directamente hasta Saigón, y allí había un avión esperando para llevarlo a Hawái. Pero sus problemas reden comenzaban.
La verdadera lucha para ambos hombres vino luego de la guerra. Dave comenzaba cada día poniéndose su peluca en su calva cabeza, ajustando su oreja postiza, destapando su ojo que debía permanecer vendado durante la noche porque no tenía párpado, y contemplando en el espejo un rostro que mostraba los horrores de la carne quemada. Al mismo tiempo, Mickey estaba sobreviviendo a los injertos, la amputación, la tracción y la cirugía plástica, para encima de todo contraer una enfermedad a los huesos y abscesos e infecciones recurrentes.
Al volver a sus hogares, los dos tenían sufrimientos y traumas en común, pero por encima de eso sus vidas eran muy diferentes. Mickey se sentaba en su casa por la noche con un revólver cargado en su pecho, esperando que algún intruso entrara para poder dispararle. Su matrimonio estaba arruinado y su drogadicción era cada vez mayor.
Dave, por otro lado, se había apoyado en su fe. Pronto se encontró hablando por todo el país acerca de sus experiencias. Una noche especial, lo escuché hablando por la televisión y dijo: "Soy el doble de lo que era antes de ir a Vietnam... No cambiaría ninguna de las horrendas experiencias que me tocaron vivir, por los tremendos beneficios que han traído a mi vida."
Sé lo que algunos de ustedes estarán pensando. Esta gente está loca. ¿Cómo puede beneficiarme una prueba? Pero antes de abandonar la lectura de este libro, lee lo que sucedió luego.
Al miaño tiempo que Dave Roever contaba de qué manera sus pruebas le habían dado una mejor vida espiritual y familiar, Mickey Block decidió suicidarse. Se sentó en una silla en su habitación y se puso el revólver en la boca. Aunque no era en lo más mínimo una persona "religiosa", él contó que repentinamente se sintió como si hubiera tenido una visión.
En su mente vio la escena que sobrevendría un segundo después de que él hubiera apretado el gatillo, su cerebro y sangre esparcidos por la pared que se encontraba detrás de él. Vio como sus hijos entraban corriendo en su habitación al llegar de la escuela. ¡El trataba de levantarse de la silla para decirles que no miraran, pero no podía! Pudo ver el horror y el miedo en sus ojos al encontrar su cuerpo sin vida sobre la silla....
Sentado allí, un segundo antes de su muerte, apartó de su mente este cuadro de lo que había estado a punto de suceder y comenzó a llorar por primera vez desde Vietnam. Luego, también por primera vez, oró. Recordó todas las "predicaciones" que le había escuchado a Dave Roever y a otros creyentes que había conocido, y finalmente rindió lo que quedaba de su destrozada vida a Jesucristo.
A continuación sintió paz. Aquel día nada cambió drásticamente. Su matrimonio todavía estaba destruido, le seguía faltando una pierna, todavía tenía que luchar contra la adicción a las drogas, pero ahora tenía esperanza en su vida, y la convicción interior de que Dios lo había perdonado por aquella vida separada de Él. Ya no estaba solo con sus problemas. Su esposa contempló su conversión con escepticismo, pero a medida que pasaban los meses, se dio cuenta de que Mickey había cambiado.
Un día recibió el llamado de un amigo que estaba escuchando un programa de radio local. "Hola, Mickey", dijo. "En la radio hay un hombre hablando de Dios que era miembro de un comando en Vietnam como tú. Tal vez lo conozcas."
¿Será el Predicador?, pensó Mickey. No podía ser. De acuerdo al relato que había escuchado del hombre que puso el cuerpo de Dave en el helicóptero en Vietnam, él sabía que estaba muerto.
Llamó a la estación de radio y le temblaban las manos mientras pedía para hablar con el veterano de Vietnam que acababa de participar en el programa. Luego de algunos momentos, una voz familiar se escuchó al otro lado de la línea: "Habla Dave Roever. ¿En qué puedo servirle?"
Luego de unos momentos de animada conversación, Mickey descubrió que "el Predicador" estaba en la ciudad para hablar en una iglesia local aquella noche. Dave lo invitó a asistir a la reunión, y él accedió. Mickey no había estado en una iglesia durante años, pero aquella noche asistió con su esposa. Para presentarse, puso una bala calibre .308 en el plato de la ofrenda, la clase de balas que usaban en sus botes patrulleros y que había destrozado su pierna.
Cuando Dave recibió la bala en el frente dejó de hablar y llamó a su compañero de combate para que pasara al frente. Mickey renqueó a lo largo del pasillo hasta llegar a los brazos abiertos de Dave, en medio de las lágrimas y las exclamaciones de las personas que se encontraban en la iglesia.
Aquella noche, esos dos hombres permanecieron de pie en aquella iglesia. Ambos habían vivido la misma experiencia horrible. Cada uno de ellos había tomado un camino diferente para llegar al mismo destino. Uno de ellos encontró una fe más profunda al perder casi totalmente su rostro. El otro perdió una pierna y estuvo a punto de perder a su esposa y a su familia, pero finalmente obtuvo aquello por la cual vale la pena vivir. Tenía una nueva vida en Cristo y una nueva esperanza para su familia.
De la tragedia al triunfo
Ninguno de nosotros desearía experimentar la clase de tragedias que experimentaron Diana, Mickey y Dave. Sin embargo, en cada uno de esos casos, esas personas se hicieron más fuertes como resultado directo de sus pruebas.
Una de las mayores verdades que conozco es que la vida es difícil y a veces es injusta. ¿Qué es lo que marca la diferencia entre aquellas personas que experimentan dificultades y se amargan y aquellas que encuentran una vida mejor producida por una prueba similar o peor?
Yo experimento el gozo de compartir por todo el país que todos los que conocen a Jesucristo como Señor y Salvador pueden tener la seguridad de que las pruebas les proporcionarán bendición a su vida. Yo siempre digo que para un creyente, cada prueba viene envuelta en papel de regalo con un tesoro en su interior listo para ser descubierto.
Las pruebas no caen del cielo
Una vez escuché la historia de un hombre que caminaba por la acera junto a un alto edificio de departamentos. Era muy temprano en una mañana invernal terriblemente fría, y él se apuraba para refugiarse del viento. De repente, de la nada, un pesado objeto golpeó su hombro y lo arrojó al suelo.
Permaneció tendido en la acera durante varios minutos, aturdido, penando que tal vez se había roto el hombro. Finalmente, se sentó y miró a su alrededor. La calle estaba desierta, así que descartó la posibilidad de que se hubiera tratado de un asalto. Alzó la vista hacia los departamentos, pero no vio luces encendidas ni ventanas abiertas. Echó una mirada alrededor de donde estaba sentado y vio una caja de zapatos cerca de él. Estaba fuertemente cerrada. Se acercó para levantarla pero era tan pesada que tuvo que utilizar las dos manos.
Llevó la caja a su departamento, tomó unas tijeras y cortó la tapa. En su interior había tres sacos de tela de tamaño considerable. Cuando sacó uno de los sacos y lo abrió, se quedó sin aliento. ¡Había varias barras pequeñas de oro y docenas de monedas de oro! Luego de unos instantes de vacilación, decidió que lo mejor sería llevar la caja a la estación de policía.
Nuestros hogares están destinados al éxito... |
La policía le dijo que probablemente ese oro debía provenir de joyas robadas que habían sido fundidas. Lo que no podían determinar era si había caído de un departamento o de un avión. Si lo dejaba en la estación de policía durante seis meses, y si nadie lo redamaba, ese oro sería legalmente suyo.
Aquellos seis meses parecieron una eternidad, pero finalmente llegó el día. Se dirigió rápidamente a la estación de policía y allí estaba la caja de zapatos que le había provocado d dolor en el hombro. Su hombro ya no le dolía, y pronto, debido al tesoro que le había caído del cielo, el bolsillo tampoco le dolería.
La mayoría de nosotros sufriríamos gustosos un dolor de hombro a cambio de una caja llena de oro. Sin embargo, no nos damos cuenta de que tenemos la misma posibilidad de beneficiamos cada vez que tenemos un problema. Porque cada prueba es como una caja que contiene tesoros valiosos. Puede golpeamos hasta hacemos caer al suelo y puede lastimamos, pero cuando aprendemos a abrir la caja, encontraremos una oportunidad fantástica en su interior.
Alguno puede decir: "Gary, o bien estás loco, o estás simplificando demasiado el problema del dolor. Es difícil creer que cada problema puede contener un tesoro." Después de todo, ¿qué puede haber de bueno en una seria prueba como que te vuelen la cara con una granada, perder una pierna, ser drogadicto o que te echen a la calle a la edad de nueve años?
Como Diana, Dave, Mickey y muchos otros pueden testificar, las pruebas son devastadoras en el momento, pero a pesar del dolor, pueden producir oro en nuestra vida. Como fuego purificador, cada prueba puede hacemos más puros y más fuertes. La Biblia dice que Dios va "... a ordenar que... se les dé gloria en lugar de ceniza..." (Isaías 61:3).
No malinterpreten lo que digo. No estoy queriendo decir que Dios provoca todas nuestras pruebas (Santiago 1:13 Que nadie diga cuándo es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie). Ni tampoco estoy diciendo que debemos causarles pruebas a los demás para que se beneficien con esa experiencia (Romanos 6:1-2 ¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?). Pero sí creo que en su soberanía y amor, Dios puede tomar y toma todo lo que nos sucede para utilizarlo para bien (Romanos 8:28 Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Isaías 61:7 En vez de vuestra vergüenza tendréis doble porción, y en vez de humillación ellos gritarán de júbilo por su herencia. Por tanto poseerán el doble en su tierra, y tendrán alegría eterna).
No está mal tratar de evitar situaciones dolorosas cuando es posible, pero sí está mal negar los problemas o ignorarlos. Como creyentes tenemos una opción mucho más positiva que negar o tratar de convencemos que las tragedias no nos sucederán. Todas las personas con las que hablamos nos dicen que ya sea que nos hieran en las selvas de Vietnam o en el jardín de entrada de la casa de nuestro padre, las pruebas pueden producir en nosotros aquellas cosas que nos hacen más parecidos a Cristo: Su amor, su paz y su gozo.
Nunca es fácil darles la bienvenida a las pruebas como si fueran amigos, pero si las vivimos en la luz correcta, las pruebas nos pueden hacer más parecidos a Cristo. Yo he aprendido a tener como trofeo de caza a cada dificultad con la que me enfrento. Esta actitud es una de las herramientas más importantes que podemos darles a nuestros hijos para ayudarles a prepararse para las pequeñas y grandes pruebas que inevitablemente tendrán que enfrentar.
Las pruebas en triunfos
Estoy escribiendo este capítulo porque sé que las pruebas no solamente pueden derrotar a los individuos, sino que pueden arruinar familias enteras, especialmente si esas familias no saben manejar la prueba. Por lo tanto, en tres oraciones, he aquí un resumen completo de todo este libro.
En los Capítulos 1 al 12 encontramos un plan práctico para fortalecer nuestras relaciones y desarrollar las habilidades específicas necesarias para practicar ese plan. En el Capítulo 13 vimos la única fuente consistente de poder, el Señor Jesucristo. Solamente Él puede darme la fuerza para amar a mi cónyuge como debo hacerlo durante toda la vida. Ahora, en este capítulo final, tenemos la seguridad de que aunque parezca que los problemas están destruyendo nuestro hogar, en realidad pueden convertirse, por medio del poder de Dios, en un verdadero beneficio.
Esto incluye a todas las pruebas, a través de todos los momentos de la vida. Permíteme darte un ejemplo personal. Te llevaré en una búsqueda del tesoro a través de tres de mis pruebas personales, y te mostraré los beneficios que Dios me dio por medio de cada una de ellas. Comenzaremos con una prueba que tuve que enfrentar a temprana edad, la cual me ha dejado una marca permanente.
Fracaso que impulsa hacia adelante
Hasta entrar en la escuela secundaria, nos mudamos de casa por lo menos una vez por año. No me enorgullece admitirlo, pero con tantos cambios de escuela, finalmente repetí tercer grado. Muchos niños repiten el jardín de infantes hasta tener una edad adecuada, pero ¿cómo les explicas a tus amigos que tienes que repetir el tercer grado porque no sabes leer?
Aunque esto no es una prueba suprema, te puedo asegurar que en aquel momento, fue uno de los traumas más grandes a los que tuve que hacer frente. Ahora bien, al mirar hada atrás, ¿qué obtuve de esa experiencia? Para comenzar, humildad.
El hecho de no pasar de grado junto con mis amigos me mantuvo humilde durante muchos años. Hasta el día de hoy, tengo mucho cuidado con mi ortografía. Esto es especialmente cierto cuando tengo que escribirle una nota a alguna de las maestras de mis hijos, porque mi ortografía atroz fue uno de los motivos por los cuales repetí de grado. Es probable que la humildad no parezca ser un gran beneficio, pero nuestro carácter obtendrá un valioso regalo de oro como resultado de ser humildes. Esto se encuentra en un versículo que dice: "Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes" (Santiago 4:6). Aunque no me di cuenta en aquel momento, en verdad Dios me estaba dando grandes dosis de su gracia durante el tercer grado.
La experiencia de reprobar tercer grado también me tomó difícil la tarea de leer en frente de la gente. Uno de los momentos en que más vergüenza pasé fue aquel en el que no pude terminar de leer una porción de las Escrituras en mi iglesia. Como presidente de un gran grupo de la universidad, esta experiencia me humilló sobremanera. Me proporcionó una profunda preocupación por aquellos que luchan con problemas de dislexia u otros desórdenes en la lectura o la escritura similares al mío.
También, como yo me sentí tan incómodo, hasta el día de hoy tengo extremo cuidado de no incomodar a las personas que asisten a mis seminarios. Aquella experiencia desagradable aumentó mi sensibilidad.
En aquel momento, no me parecía que reprobar un grado tuviera nada de bueno, pero sí lo tenía. Recibí más de la gracia de Dios y adquirí más sensibilidad hacia la gente herida. Dos grandes beneficios obtenidos de una prueba, y eso es sólo una prueba.
Impuestos inesperados
Durante los primeros años de casados, Norma y yo vivimos al borde de la pobreza la mayor parte del tiempo. Mi falta de habilidades administrativas no ayudaba mucho.
En aquel momento, no recuerdo haber obtenido ni un solo tesoro de aquella prueba en particular. Más bien, me moría tratando de recolectar cada centavo del tesoro terrenal que teníamos, para mantener a los agentes federales alejados de mi puerta. Sin embargo, cuando Norma y yo recordamos aquella experiencia, nos damos cuenta de que aprendimos varias lecciones muy importantes que han permanecido con nosotros hasta el día de hoy.
El primer beneficio que recibimos fue el recordar que el dinero no es la fuente de la vida. Nos habíamos centrado tanto en d pago de nuestros impuestos, que habíamos quitado nuestra mirada de Cristo. Aquella experiencia nos privó de todo lo que teníamos en materia monetaria en la vida, pero Dios nos mostró que ni el dinero ni todo lo que el dinero pudiera comprar, podría quitamos lo que era más importante, nuestra relación con El. Como tuvimos que luchar tanto para pagar esa deuda, toda la familia aprendió el valor de confiar en Dios para la satisfacción de nuestras necesidades. (Incluyendo cosas tales como darle "gradas" a Dios por las bolsas de comida que misteriosamente nos enviaban amigos cercanos.)
Finalmente, esta prueba me obligó a buscar ayuda profesional con respecto a mis impuestos, para no encontrar más "sorpresas" en el correo. También me obligó a considerar con más seriedad el manejo de nuestras finanzas.
Prueba número dos, y esta vez obtuvimos tres beneficios muy importantes por entrar casi en quiebra. En realidad, podría contar más beneficios, especialmente el amor que obtuvimos a través de esta experiencia, recordando que obtenemos más del amor de Dios en cada prueba (Hebreos 12:9-12 Además, tuvimos padres terrenales para disciplinarnos, y los respetábamos, ¿con cuánta más razón no estaremos sujetos al Padre de nuestros espíritus, y viviremos? Porque ellos nos disciplinaban por pocos días como les parecía, pero Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de su santidad. Al presente ninguna disciplina parece ser causa de gozo, sino de tristeza; sin embargo, a los que han sido ejercitados por medio de ella, les da después fruto apacible de justicia).
Un caso de vida o muerte
Al llegar al tercer ejemplo de la búsqueda del tesoro en las pruebas, en honor a la verdad, debo decirles que estoy feliz de estar aquí para poder contarlo. Aunque no me resulta fácil hablar de esto, durante los dos últimos años, mi salud no ha andado muy bien. A decir verdad, en algunos momentos me he sentido como si tuviera un pie "en la tumba".
Verán, mi hermano murió de un ataque al corazón hace dos años a la edad de 51 años. El año pasado mi hermana también tuvo un ataque al corazón y a otro hermano tuvieron que realizarle una operación al corazón de desvío triple a la edad de 51 años. Para aquellos que creen en la genética, les parecerá que la herencia de mi padre tiene algo que ver con los corazones de nuestra familia, ya que él murió de un ataque al corazón a la edad de 58 años.
Teniendo en mente la historia de la salud de mi familia, algo me sucedió hace dos años atrás, cuando tenía 46 años, que me hizo comenzar a contar los días.
Durante años, corría una corta distancia cada día y tenía mucho cuidado con mi dieta, con la esperanza que eso solo me mantendría saludable y en condiciones. Fue entonces que una mañana, durante un viaje de conferencias, salí de mi hotel para la carrera matutina. Ante mí había unas 50 ó 60 personas, todas con ropa de gimnasia, que estaban entrando en calor y tenían en sus camisetas números de carrera.
Reconocí a esa gente como miembros de la convención en la que me encontraba, así que les dije: — ¿Qué hacen, muchachos?
— Esta es la carrera anual de tres millas —me dijeron—, ¿Por qué no te unes a nosotros? Todos los miembros de la convención están invitados a participar.
En aquel momento, yo podía correr tres millas sin ningún problema en la ciudad donde vivo, que está prácticamente al nivel del mar. Así que me dirigí a la mesa de inscripción, conseguí un número y me uní a la carrera. Sin embargo, pronto descubrí que había un pequeño problema. Este no era un trote amistoso de tres millas como yo me imaginaba. Era una carrera de velocidad en un lugar de mucha altitud. Yo era un trotador de corta distancia, no un carrerista de larga distancia, pero la mentalidad masculina conquistadora dentro de mí prevaleció, y decidí que no sería el último aunque eso me matara. Y casi lo hizo.
Cuando finalizó la carrera, supe que algo andaba terriblemente mal. Estaba enfermo. Aquel día hablé en la conferencia y cuando tomé el avión sentía escalofríos y tenía fiebre. Antes de que pudiera darme cuenta, me encontré vomitando y con hemorragias internas. Pasé dos semanas en cama y, sin embargo, mi presión sanguínea y los niveles de colesterol no se recuperaron. Mis riñones pasaban sangre y tenía terribles dolores de cabeza. Eran tan fuertes que un doctor quería operarme para hacer unas incisiones en los senos faciales para que drenaran. Estaba realmente enfermo.
¿Qué beneficio podía provenir de estar al borde de la muerte, cuando John y yo teníamos conferencias programadas y libros que escribir? Todo eso requería trabajo constante.
En estos últimos dos años, me he visto obligado a aprender a equilibrar mi vida, a nivelar los momentos "muy altos" con los "muy bajos". He aprendido más acerca de la comida saludable, de los hábitos alimenticios saludables, y de los hábitos de trabajo saludables. He aprendido lo que puede ocasionarle el stress a un organismo y cuán dañinas pueden ser las emociones descontroladas para mi sistema. También he aprendido a buscar al Señor de una manera como nunca antes lo había hecho.
Mientras aprendía el concepto que describí en el Capítulo 13 (obtener mi satisfacción de Cristo), también volví a aprender la actitud en la oración de "la viuda". Durante meses, tuve que esperar diariamente en aquella hilera para recibir salud física, fuerza y para aceptar que no puedo entrar por todas las puertas del "ministerio" que se me abren. El tesoro que obtuve de esa experiencia es una comprensión más clara de cómo Dios da su fuerza a los débiles y una visión de su fidelidad para los que esperan solamente en El.
Estas fueron tres pruebas en momentos diferentes de mi vida, algunas pequeñas, otras grandes. Cada una de ellas tuvo como resultado el aumento del amor, de la paz y del gozo de Dios en mi vida. Aquí yace el secreto del éxito en la búsqueda del tesoro: Podemos obtener grandes beneficios de nuestras pruebas o podemos no obtener nada. Todo depende de nuestra fe. No se trata de cuánta fe tengamos, sino de que la fe que tengamos crea lo que Dios dice en su Palabra.
¿Qué clase de fe tiene usted?
El secreto para obtener el éxito en la búsqueda del tesoro se encuentra en comprender dos palabras transformadoras: fe y amor. Cuanto mayor sea nuestra fe en la Palabra de Dios, más fácil nos resultará encontrar tesoros en las pruebas. Cuanto más busquemos tesoros, más podremos ver cómo nos convertimos en personas más amorosas como resultado de las circunstancias. Sin embargo, todo comienza con la fe. Tenemos que creer lo que Dios dice en su Palabra. No necesitamos más fe, sino una fe más grande. Esto es lo que quiero decir.
¿Recuerdas la historia del centurión que vino a Jesús pidiéndole por uno de sus sirvientes? Es una de las descripciones más claras de las Escrituras de lo que implica exactamente la fe. Lee Mateo 8:5-13 Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho. Y Jesús le dijo*: Yo iré y lo sanaré. Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y al otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora. Para ver si estoy contando correctamente la historia.
El centurión era un hombre poderoso que comandaba todo un escuadrón de hombres. Sin embargo, un día se enfrentó a un problema que no podía resolver por sí mismo, y se abrió paso entre la multitud hasta que llegó frente a Jesús. Fue directamente al tema y le dijo: "Señor, mi siervo está paralítico en casa, sufriendo grandes dolores." Aunque el hombre hizo una declaración y no un pedido, Jesús contestó: "Iré y lo sanaré."
Pero, ¿recuerdas la respuesta del centurión?
"Señor", dijo, "no soy digno de que entres bajo mi tedio. Yo soy un hombre acostumbrado a recibir y a dar órdenes. Tan sólo di la palabra, y mi siervo sanará." Asombrado por la fe del centurión, Cristo le dijo a la gente que tenía alrededor. "Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande."
¿En todo Israel? Él estaba hablando de un país muy religioso. ¿Este soldado romano tenía una fe más grande que las demás personas que Jesús conocía? ¿Una fe mayor que la de sus mismos discípulos que un día morirían por El?
¿Alguna vez te has preguntado lo que pensaron sus discípulos cuando escucharon esta declaración? Probablemente Pedro estaría diciendo: Claro, Señor, haznos quedar mal delante de todos nuestros hermanos judíos. No existía ninguna clase de amor entre los judíos y los soldados romanos.
¿Qué fue lo que le impresionó tanto a Jesús de lo que dijo este soldado?
La respuesta es como un marco alrededor del concepto de la fe. Este soldado creía que si Jesús solamente daba la orden, su siervo se sanaría. Él le dijo a Jesús: "Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace" (Mateo 8:9). El centurión no dudó en ningún momento del poder de Cristo y de su autoridad para sanar a su siervo. Si Jesús lo decía, era suficiente.
Pero, ¿por qué no dudó? Los problemas de la vida rápidamente crean preguntas en nuestra mente para la mayoría de nosotros. Probablemente, la fe del centurión provenía de enfrentar las pruebas de pasar muchos días en diferentes campos de batalla. Probablemente sería un reflejo de la fe de su propio padre. En ningún momento se nos dice de qué manera obtuvo este hombre su gran fe. En contraste, los discípulos de Cristo mostraron casi inmediatamente que la fe de ellos era de "pequeñas" proporciones.
Había sido un largo día de hablar a las multitudes y de sanar enfermos, cuando Jesús les dijo a sus discípulos que subieran al bote y cruzaran al otro lado del lago. Sintiéndose exhausto del trabajo con la multitud, Jesús se acostó a dormir.
¿En qué se diferenciaba la fe de los discípulos de la fe del centurión? ¿Por qué un soldado romano tenía una "gran" fe y los propios discípulos de Cristo tenían "poca" fe? La diferencia fue que en el medio de la tormenta, los discípulos olvidaron lo que Jesús les había dicho. Dejaron de contar con su Palabra, y como resultado fueron presa del pánico y consideraron que estaban "perdidos en el mar".
Antes de dormirse, Jesús específicamente les había dicho: "Pasemos al otro lado del lago" Él les había dado su palabra de que todos cruzarían al otro lado. Sin embargo, se olvidaron de sus palabras cuando el agua se embraveció.
Ese día, caída ya la tarde, les dijo*: Pasemos al otro lado. Despidiendo a la multitud, le llevaron* con ellos en la barca, como estaba; y había otras barcas con El. Pero se levantó* una violenta tempestad, y las olas se lanzaban sobre la barca de tal manera que ya se anegaba la barca. Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; entonces le despertaron* y le dijeron*: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma. Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen? Marcos 4:35-41
No estoy culpando a los discípulos, yo me parezco mucho a ellos. Muchos de nosotros cometemos el mismo error en nuestro matrimonio y en nuestras familias, ¿no es cierto? Durante los momentos difíciles, nos olvidamos de que Dios nos ha prometido llevamos al otro lado; Él nunca nos ha prometido un viaje sin dificultades. Pero mientras las olas golpean a nuestro alrededor, Dios nos promete que El producirá madurez, justicia, paciencia y amor en nuestra vida.
En Santiago 1:2, el autor nos dice: "... tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas." Y en 2 Corintios 5:7, Pablo nos insta a vivir "por fe... no por vista". Por lo tanto, cuando cuestionamos las olas y el efecto que producen en nuestro viaje por la vida, es como decir: "Las promesas de Dios no se aplican a mi vida. Dios no comprende mi situación, por lo tanto ¿cómo puedo esperar que de todo este sufrimiento resulte algún bien?" (Isaías 40:27-31 ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel: Escondido está mi camino del SEÑOR, y mi derecho pasa inadvertido a mi Dios? ¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el SEÑOR, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable. El da fuerzas al fatigado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor. Aun los mancebos se fatigan y se cansan, y los jóvenes tropiezan y vacilan, pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán).
No somos los primeros buscadores de tesoros
Si echamos una mirada a la Biblia, veremos historia tras historia en la que se ganaban tesoros de una prueba. ¿Cómo te sentirías si tus hermanos te odiaran, te vendieran por centavos en un mercado de esclavos, si te acusaran injustamente de adulterio, te echaran en una cárcel sin un juicio y luego la persona que te podría haber salvado se olvidara de ti?
José, en el Antiguo Testamento, sabía lo que era sentirse así. Sin embargo, ¿qué fue lo que dijo años más tarde, cuando él, la mano derecha del Faraón, trajo a sus hermanos a Egipto? Al mismo tiempo que los perdonó les dijo: "Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien..." (Génesis 50:20).
Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Elías, Elíseo, Jeremías, David, Salomón, Ester, Rut, Isaías, Juan el Bautista, Pedro, Pablo, María Magdalena, Santiago... y la lista sigue y sigue. Todas éstas son personas con las cuales nos podemos identificar. Todas ellas enfrentaron pruebas como nosotros. Aun en los casos de "fracaso" (recuerda que Elías y Jonás no enfrentaron sus responsabilidades, que Pedro negó a Cristo, que Pablo persiguió a los seguidores de Cristo, Santiago abandonó al Señor, etc.), Dios tomó la tragedia e inclusive la "poca" fe y la convirtió en un tesoro eterno.
Las pruebas producen amor
Soy el primero en admitir que existe un problema con esto de experimentar pruebas. La riqueza que producen en nosotros, a menudo llega "a posteriori". Mientras las olas están golpeando a nuestro alrededor, nosotros somos como los discípulos. Todo lo que vemos es la necesidad inmediata de sobrevivir, y no podemos detenemos a agradecer a Dios por cómo nos está formando para la eternidad.
¿Recuerdan cuánto tiempo le lleva a una familia convertir las crisis en experiencias que los unan, como vimos en el Capítulo 12? Generalmente a una familia le lleva varias semanas hasta poder ver esas crisis a la luz verdadera y experimentar la unión resultante. Lo mismo sucede con las pruebas. A Dave Roever le llevó tiempo hasta poder decir que era un hombre mejor porque una granada de mano le había explotado en la cara. A Diana le llevó varios meses dejar de llorar todas las noches hasta dormirse, cuando enfrentó la tragedia a la tierna edad de nueve años, pero la sanidad llegó una mañana.
Los expertos dicen que una acción se debe repetir por lo menos treinta días seguidos hasta que se convierta en un hábito. En otras palabras, no abandones la búsqueda del tesoro cuando estés a sólo unos pocos metros de la playa. Cuando alguien experimenta una prueba, es natural que atraviese un período de enojo o de duda, pero si tomamos la decisión de permanecer enojados o de persistir en el papel de "víctimas", podemos impedir todos los efectos positivos que la prueba pueda tener sobre nuestro carácter.
Si quisiera, todavía podría estar enojado con mi maestra de tercer grado o con mis padres por no haberme brindado la ayuda que necesitaba para aprobar el tercer grado la primera vez, pero aferrarme al resentimiento simplemente actuaría como un impedimento para no recibir todos los beneficios de Dios. Podría culpar a Norma o al gobierno por el complicado sistema impositivo que casi nos manda a la bancarrota, o podría admitir mi propio error mirando en fe lo que Dios quería enseñarme.
Inclusive podría odiar la memoria de mi padre, y cuestionar la sabiduría divina, al darme sus genes y poner un límite de tiempo tan corto a los años que tengo para servirle. Sin embargo, hacer esto sería como patalear y gritar frente a un Dios amoroso, soberano y omnisciente. (Recuerden lo que dijimos en el Capítulo 5: El enojo impide que Dios obre en nuestra vida, por lo tanto cuando nos aferramos a los sentimientos de víctima, lo único que hacemos es engañamos a nosotros mismos.)
No existe razón terrenal por la cual Dave, Mickey y Diana deban estar felices y satisfechos luego de lo que les sucedió, pero hay una razón celestial. Salomón dijo una vez que si vivimos lo suficiente, todos veremos sufrimiento como para quitamos el gozo de la vida, si permitimos que eso suceda (Eclesiastés 12:1 Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer). Debemos aferramos al valor de nuestras pruebas y atesorar el bien constructivo que Dios puede sacar de ellas. Esta es la única manera en que una persona puede vivir regocijándose toda la vida.
Fe para buscar tesoros
Como ya mencioné anteriormente en este capítulo, existen importantes razones personales para aprender a buscar tesoros en las pruebas, pero esto no termina aquí. Para quienes tenemos hijos, es de vital importancia que comencemos desde temprana edad a enseñarles lecciones sobre la fe del centurión, especialmente si parecen estar destinados a acrecentar su nivel de sensibilidad siendo un poco (o muy) propensos a los accidentes.
Por alguna razón, nuestro hijo Michael se ha ganado la medalla por haber experimentado la mayor cantidad de accidentes naturales y provocados. Cuando tenía dos semanas de vida, casi se muere por unos serios problemas estomacales que requirieron cirugía. Durante los siguientes años de vida, padeció de una serie de enfermedades infantiles y nuevamente estuvo al borde de la muerte.
Ha sufrido los padecimientos de tener un aparato para agrandar la boca y de otro para enderezar los dientes. A los trece años, sufrió un accidente de auto bastante serio. Se rompió el brazo y recibió una lluvia tan grande de vidrios rotos, que a los doctores les llevó dos horas para sacarle todas las astillas de vidrio que se encontraban en un lado de su cara y en sus párpados. Al poco tiempo de eso tuvo que ser operado de la mandíbula.
¿Qué puedes decirle a un hijo que ha tenido que soportar tantas pruebas? ¿Por qué no dejamos que él mismo nos lo diga? Cuando el doctor le dijo a Michael que probablemente sufriría algún dolor a causa de la próxima operación, Mike le dijo: "Oh, no se preocupe por eso. He sufrido tantos dolores en mi vida que eso no me va a afectar."
Cuando las personas atraviesan por experiencias dolorosas, parece que eso las capacitara para atravesar futuras experiencias con un trauma menor, como si comprendieran el proceso de refinación del fuego. Michael ya había pasado tantas cosas, que el accidente automovilístico no fue tan traumático para él. Inclusive durante las dos horas que les llevó quitar todo el vidrio de su cuerpo, él estaba tranquilo y de buen humor. Una semana después del accidente, la actitud de Mike todavía era positiva cuando supo que tendría que pasar todo el verano con un yeso en su brazo y que no podría nadar. Lo mismo sucedió cuando lo operaron de la mandíbula. Con dieciséis años, todavía es un ávido buscador de tesoros, ¡y por cierto que lo necesita!
Buscar el amor en un lugar inusual
Al ver la actitud positiva que Mike tuvo a través del dolor, tuvimos la oportunidad de alabarle por la forma en que enfrentaba la situación. Sin embargo, decidimos continuar observando su comportamiento para controlar, a medida que pasaban los meses, cómo respondía (de alguna manera como si miráramos los sacudones posteriores a un terremoto). Al hacerlo, podríamos detectar enseguida señales de aviso como depresión o ansiedad que podrían convertirse en problemas mayores más tarde. Esta es una buena idea para todos los padres que estén tratando de suavizar el camino de sus hijos para que encuentren el tesoro en una prueba.
Los principios bíblicos son como poderosos faros que iluminan hasta las pruebas más oscuras que tus hijos puedan experimentar. Cuando les enseñamos que Romanos 8:28 Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Y Filipenses 4:11 No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Hablan de beneficios espirituales que podemos reclamar en fe, les estamos dejando una preciosa herencia. Si tomamos al pie de la letra la Palabra de Dios, estaremos transmitiendo verbalmente y sin palabras este mensaje a nuestros hijos mientras miran cómo respondemos a nuestros problemas.
Tener gran fe es saber que las promesas de Dios se harán realidad. Es la confianza que tenemos, inclusive durante una prueba, de que algún día esa prueba se tomará en un beneficio. Tener "poca* fe es quejarse o "murmurar" durante una prueba porque no vemos ningún beneficio en ella, estamos destinados al fracaso. . . acabados... sin ayuda. No vemos ninguna solución.
Creo firmemente que el distintivo de una persona que crece durante la prueba es el grado al que esté dispuesta a tomar la Palabra de Dios al pie de la letra. A este tipo de fe se le llama "gran fe" y solamente la tienen aquellos que...
No eluden las pruebas
Como ya hemos mencionado, el tesoro más precioso que descubrimos al pasar por una prueba es obtener más del amor de Cristo. En tiempos difíciles experimentamos el amor y el cuidado de Dios de una manera especial, y eso nos ayuda a encauzar hada los demás el amor de Dios que ha fluido en nosotros. Sólo aquellos que desean lo mejor de Dios (su amor), se benefician verdaderamente de las pruebas. Todos tendremos que atravesar por pruebas, por lo tanto es de vital importancia que aprendamos a utilizarlas para bien, en lugar de permitir que nos destruyan.
En las semanas que siguieron al accidente de Mike, me senté varias veces con él a discutir algunos de los beneficios que formaban parte de esa prueba. Como ya habíamos hecho esto con muchas de sus pruebas, él me dijo sin vacilación que veía las formas en que esto lo había hecho más sensible. Ahora, cuando ve un accidente, no es un simple espectador, sino que ora por las personas involucradas en él.
En nuestra familia no cabe duda de quién es la persona más sensible. Nadie siente el dolor de las personas o aun de los animales tan profundamente como Mike, y yo creo que eso tiene que ver con todo lo que ha sufrido.
Recientemente, cuando íbamos en camino hada una cita con el médico, le pregunté a Mike qué le gustaría hacer en la vida. ¿Saben lo que me dijo? "Pienso que quiero tratar de ayudar a la gente de alguna manera. A lo mejor seré policía o trabajaré en alguna organización de servicio. Tal vez pueda ser trabajador social o algo así. Quiero hacer algo para ayudar a la gente."
¿Cuántas veces en nuestra vida alguien nos ha ministrado con amor y preocupación durante un tiempo de dificultad, y más tarde hemos sabido que esa persona había experimentado el mismo problema? Uno de los tesoros más claros que nos proporciona la prueba es hacemos más amorosos y sensibles. Yo creo que esa maravillosa sensibilidad es un factor principal para amar genuinamente a otros, al tiempo que nos ayuda a desarrollar más paciencia y tolerancia (Romanos 5:3-5 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado).
El apóstol Pablo comprendió este misterio cuando escribió su famosa explicación del amor. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no es indecoroso, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Corintios 13:4-7).
Estas cualidades del amor maduro las adquirimos mucho mejor y más rápidamente a través de las pruebas que de ninguna otra manera.
Yo sé que no puedo evitar que vengan las pruebas. La Biblia da por sentado que tendré pruebas (Santiago 1:2 Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas). Sin embargo, a través de los años, finalmente he dejado de luchar contra algo que la Biblia dice que es capaz de hacernos "perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna" (Santiago 1:4).
Otra manera de mirar a las pruebas es tratándolas como si fueran inversiones de interés a largo plazo. Es probable que lleve tiempo hasta que podamos "cobrarlas", y hasta que Dios produzca una capacidad mayor para amar a través de nuestras pruebas, pero tenemos una promesa en la cual confiar. Podemos tomar la Palabra de Dios al pie de la letra sabiendo que algún día ese amor se hará efectivo. Como dice el autor de la carta a los Hebreos, nadie disfruta de las pruebas: "Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados" (Hebreos 12:11).
Una promesa de día y de noche
La fe es la certeza de que podemos confiar en la Palabra de Dios. Si Él nos dice que "Vamos a llegar a la otra orilla", entonces vamos a llegar a la otra orilla. En las Escrituras hay muchas promesas que pueden mantenemos andando, buscando con un corazón abierto y lleno, ese tesoro de amor escondido. Presentamos a continuación una lista que contiene solamente algunas de las muchísimas promesas para recordar cuando nos llegan las pruebas. Enfáticamente te insto a memorizar una lista de promesas escritúrales como ésta, para que cuando la próxima prueba aseste su golpe, puedas permanecer firme y encontrar el tesoro con mucha más rapidez.
1. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28).
2. "Dad gradas en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1 Tesalonicenses 5:18).
6. "Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida" (1 Timoteo 1:5).
Tomado del libro “El amor es una decisión”, de Gary Smalley. Capítulo 14 “La fuente del amor duradero”. Editorial Caribe. EE.UU.
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