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Estar felices, un hábito que cultivamos diariamente


Estar felices, un hábito que cultivamos diariamente
Permita que Dios afiance en su vida
el hábito de la felicidad...
Fernando Alexis Jiménez
C
ath Garmester, de 84 años, es la única mujer hoy día que puede escuchar música en su mente todo el tiempo, y como ella, se estima que han existido alrededor de cien personas a lo largo de toda la historia de la humanidad. “Feliz cumpleaños”, es uno de los temas que se repite en su cabeza una y otra vez con extraordinaria nitidez.

Esta venerable anciana que reside en el norte de Inglaterra, escucha constantemente en su cabeza. En criterio de varios siquiatras que le han atendido, sufre una rara condición conocida como síndrome del oído musical, que le provoca a la persona que lo padece, alucinaciones auditivas.


De acuerdo con la explicación de los especialistas, el enfermo escucha una y otra vez a lo largo del día, una serie de canciones. Generalmente afecta a las personas de edad avanzada y, de acuerdo con los médicos, la causa se encuentra en el cerebro y no en el oído.

En la mayoría de los casos, los pacientes padecen también acúfenos, que son los sonidos que escucha una persona dentro de su cabeza -como golpes o pitidos- y que no provienen del medio externo.

Cath Garmester, asegura que la música es real. Según explica Nick Warmer, un psiquiatra especializado en la tercera edad, estas alucinaciones se sienten muy reales.
"Es como si como si alguien estuviese poniendo música o como si el mismo artista estuviese en el cuarto de al lado".(BBC, edición digital. 25/12/2012) Lo que la mayoría tiende a escuchar son himnos o canciones navideñas. Esto podría ser, dice el psiquiatra, "porque la persona necesita escuchar algo que la hace sentir segura".

A pesar de no que existe una cura para esta condición, las alucinaciones pueden controlarse escuchando otra música.

Lo curioso de todo es que, en un ambiente de música todo el tiempo, y sobretodo, agradable a su vida, Cath Garmester, manifiesta estar feliz.

Vivir feliz

Una cosa es vivir feliz y otra, bien distinta, vivir con la felicidad. El primero, desarrolla felicidad en su ser, mientras las personas que se encuentran en el segundo escenario, saben dónde se encuentran y cómo experimentarla, pero no tienen la felicidad. Conviven con ella, pero no la disfruta.

Los factores que nos rodea pueden resultar, en muchos casos, adversos y desencadenar momentos de dolor en nuestra existencia.  Sin embargo, la decisión de permitir que elementos externos nos roben la paz, es nuestra y nada más que nuestra.

El apóstol Pablo, que vivió una armonía en su mundo interior permanente y sabía que es ser feliz a pesar de los ataques y persecuciones, escribió: Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.”(1 Tesalonicenses 5:16-18. Nueva Traducción Viviente)

Se trata de versículos muy cortos pero que no pueden desligarse uno de otro. ¿La razón? Nos refiere que en todo instante, no importa cuál sea la condición o circunstancia que estemos enfrentando, debemos ser felices; ahora, si no tenemos control de las condiciones, es importante orar. Entregar esa situación en manos de Dios. Y en tercer lugar, nos enseña a desarrollar el principio de la gratitud hacia Dios, incluso cuando las cosas no van bien, bajo el convencimiento de que el Señor tiene control de todo.

Cultive la felicidad

Un hábito se arraiga en la persona con el tiempo, a fuerza de repetición. Igual la felicidad. Es uno de los principios de vida que vamos construyendo. Nuestro ser comienza a reconocer un estado de paz interior y alegría que se sobreponen a los obstáculos que surgen al paso. En otras palabras, un hábito que se alimenta diariamente.

El rey Salomón lo describió de la siguiente manera: El corazón alegre hermosea el rostro; mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.”(Proverbios 15:13. Nueva Traducción Viviente)

Las emociones que desencadenan las circunstancias difíciles, también pueden llegar a tomar fuerza en nuestra existencia. Todas convergen en un estado que conocemos como amargura. La felicidad, en cambio, también puede formarse y fortalecerse en nuestra vida, pero demanda de nosotros que confiemos en Dios y reconozcamos que Él desea que disfrutemos una vida plena. Ser felices no es otra cosa que guardar la paz y alimentar la alegría aun cuando las cosas no vayan bien.

Quien nos permite sentar las bases de una felicidad permanente es el Señor Jesús. Si Él mora en nuestro corazón, nos asegura la victoria. Es cierto, las dificultades vendrán—son inevitables—pero si estamos prendidos de Su mano, avanzaremos en victoria.

Hoy es el día para abrirle las puertas de nuestro corazón. Es una decisión de la que jamás nos arrepentiremos porque con Cristo en nuestra vida, emprendemos el maravilloso camino del crecimiento personal y espiritual que tanto hemos anhelado.

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o llamarnos al (0057) 317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

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