Dejando atrás las
maldiciones generacionales
Muévase en la dimensión de las bendiciones |
Fernando Alexis Jiménez
Una apesadumbrada
mujer me escribió adolorida en su corazón porque nada prosperaba en su familia.
Cada peso que entraba al hogar se le iba como agua entre los dedos al tiempo
que muchos de sus allegados: esposo e hijos, permanecían enfermos. ¿Qué hacer?
Era su pregunta recurrente. Cuando comenzamos a auscultar su vida, descubrimos
que en procura de ser prosperada, buscaba que una bruja le leyera las cartas.
¿Cómo iba a ser bendecida en tales circunstancias? Lo que estaba atrayendo eran
maldiciones y persistirían hasta que renunciara a cada una de ellas.
Cuando decididamente
pecamos contra Dios, las maldiciones nos golpean directamente, pero más grave
aún: toman un carácter generacional y alcanzarán a nuestros hijos y toda la
descendencia.
La advertencia que
Dios Padre hizo a los israelitas y también a nosotros es muy clara: “Y si a pesar de todo esto, todavía me desobedecen, los
castigaré siete veces por sus pecados. Quebrantaré su espíritu orgulloso al
hacer que el cielo sea tan rígido como el hierro y la tierra tan dura como el
bronce. Todo su trabajo será en vano, porque la tierra no dará cosechas y los
árboles no producirán fruto. Si aun así permanecen hostiles conmigo y rehúsan
obedecerme, aumentaré siete veces el desastre a causa de sus pecados.”(Levítico
26:18-21. Nueva Traducción Viviente)
Un profesor de
matemática de una conocida universidad, en Santiago de Cali, mostró
escepticismo frente a los temas espirituales; no obstante, cuando comprobó todo
lo encierra, reconoció el error de abrir puertas al ocultismo. “Jamás imaginé que el asunto fuera tan serio”,
me dijo.
Nuestro amoroso
Creador promete bendiciones las que sin duda alcanzamos cuando caminamos
conforme a Su voluntad; la decisión de recibir maldiciones es de cada uno de
nosotros: “Deben guardar mis días de descanso y
mostrar reverencia por mi santuario. Yo soy el Señor. Si siguen mis decretos y se aseguran de obedecer mis
mandatos, les
enviaré las lluvias de temporada. Entonces la tierra les dará sus cosechas y
los árboles del campo producirán su fruto. La temporada de la trilla continuará aun después del
comienzo de la cosecha de la uva, y la cosecha de la uva continuará aun después
de la temporada de la siembra del grano. Comerán hasta saciarse y vivirán en
seguridad dentro de su tierra.”(Levítico 26:3-6. Nueva Traducción Viviente)
¿Desea prosperidad?
Todos, sin duda. ¿Anhela una buena salud? No puedo encontrar quien no la
quiera. ¿Bendiciones para su familia y sus generaciones siguientes? Sin duda
que sí. La solución entonces, estriba en volver la mirada a Dios y permitirle
que gobierne nuestra vida y familia.
Permita que
Jesucristo sea el centro de su familia. Deje que Él gobierne y bendiga
ricamente sus planes y proyectos. Pídale con fe que rompa toda maldición
generacional que haya podido venirles afectando. Recuerde que el propósito
eterno de nuestro amado Creador es que seamos bendecidos en la salud, la
economía y nuestra vida espiritual.
3. Oración familiar:
“Amado
Señor Jesús, gracias por acompañar cada una de nuestras jornadas como familia.
Te agradecemos porque desde siempre tu propósito ha sido el de
bendecirnos. Hoy rompemos, en tú Nombre
Señor Jesús, toda maldición que haya venido afectando nuestra familia y
declaramos que para tu honra y tu gloria somos tierra fértil para ser
bendiciones. Te damos gracias por acompañarnos hoy y bendecir lo que
emprendamos”
© Fernando Alexis Jiménez
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