¿Busca sentido y propósito para su
vida?
¿Desea experimentar cambios en su
vida? Busque hoy a Dios, ábrale las puertas
de su corazón y apreciará cambios sorprendentes...
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Fernando Alexis Jiménez
E
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rnest emprendió el viaje
más largo de su vida. Un recorrido en el que lleva diecisiete años y aún no
termina. Cada mañana, al despuntar el alba, inicia su recorrido por enormes
autopistas que se confunden en el horizonte con las montañas, el desierto o
quizá el asfalto que se une en una línea vaporosa con el azul del cielo.
Es ingeniero de
sistemas, graduado en una prestigiosa universidad de Sao Pablo, Brasil. Tiene
hoy 39 años y un rosto curtido por el sol. La barba es abundante y en su
cuerpo, macizo, se revela a alguien que está acostumbrado a vivir buenos
momentos, de abundancia, pero también a sortear épocas difíciles, de escasez.
Cuando le interrogó un
medio televisivo en los Estados Unidos, explicó que estaba caminando hasta
encontrarle un sentido a la vida. “Estoy
tan vacío, que si encuentro a Dios cara a cara, seguramente le seguiré por
siempre”, dijo.
En su corazón guarda
hermosos momentos, de paisajes indescriptibles, atardeceres junto a un lago
apacible o amaneceres en la playa, con una suave brisa bañando su rostro. “No creo que pronto encuentre nada que me
haga cambiar mi rumbo”, aseguró.
Él es una de las
numerosas personas que asegurar andar buscando a Dios. No quieren religión,
quieren algo más, desean un Dios vivo. Y en las religiones argumentan que no lo
han encontrado…
Y no lo van a encontrar
en una denominación en particular porque Dios es real, vivo, trascendente,
impacta nuestra vida, nos hace nuevas criaturas. Basta que le permitamos entrar
en nuestra vida (Cf. Apocalipsis 3:20)
Un mundo de incrédulos
Una reciente investigación de la
organización Pew Research Center, de Washington, señala que una de cada seis personas en el mundo no tiene
filiación religiosa.
Los especialistas precisan que cada
vez son más las personas que no creen en Dios, las que lo consideran
inaccesible al entendimiento humano o las que simplemente no creen que haya que
ir a una iglesia para tener una vida espiritual.
Según su más reciente estudio,
los que “no tienen religión”
representan el tercer grupo 'religioso' a nivel mundial (unos 1.100 millones de
personas), solo superados por los cristianos y los musulmanes.
Para sacar las conclusiones
realizaron más de 2.500 censos y
encuestas en el 2010. Los que no tienen afiliación religiosa alguna concentran
en su gran mayoría en Asia Pacífico, con el 76 por ciento. Como contraparte,
los que no hacen parte de ninguna religión representan menos del uno por ciento
en Oriente Próximo y el norte de África.
La investigación revela que ya
hay seis países en el mundo en donde este grupo –los que no tienen religión--es
mayoría: República Checa (76%), Estonia (60%), Japón (57%), Hong Kong (56%) y
China (52%). Es precisamente China el país que concentra la mayor población
'sin afiliación' a nivel mundial, con un 62 por ciento.
“Los resultados del estudio muestran que la tendencia a no creer en
nada, o no tener religión, es muy fuerte en países con regímenes autoritarios,
como China y Corea del Norte, en los que la obediencia se debe al Estado por
encima de todas las cosas. Pero también plantea la posibilidad de que la
espiritualidad esté tomando caminos diferentes a los convencionales.”,
precisa el informe que difundió el Portal Milenio.com (Edición digital. 18/01/2013)
Entre los que hacen parte de este
grupo en China, el 7 por ciento cree en un dios o un poder superior, en Francia
el 30 por ciento y el 68 por ciento en Estados Unidos. Algunos de ellos incluso
participan, ocasionalmente, en actividades religiosas. El hecho de que el 44
por ciento de los 'sin afiliación' en China hayan rezado ante una tumba, podría
ser la prueba de la influencia de las religiones ante la muerte, incluso entre
quienes se resisten a proclamar algún credo.
La creencia en Jesús sigue siendo
predominante en el mundo, con 2.200 millones de cristianos, la mitad de los
cuales son católicos. Aunque es el grupo religioso que está repartido de forma
más equitativa en las diferentes regiones, sus perspectivas de crecimiento no
son tan altas como las de los musulmanes y los hinduistas. Curiosamente,
Oriente Próximo, en donde se originó el cristianismo, es la región con menor
predominancia de este grupo religioso, y representa hoy menos del 1 por ciento.
Allí arrasa el grupo religioso de
los musulmanes, el segundo más grande del mundo. Tan solo en Oriente Próximo y
el norte de África hay 317'070.000 hijos de Alá. En el planeta son 1.600
millones y representan el 23 por ciento de la población.
Según el estudio, su potencial de
crecimiento se explica porque los musulmanes tienen una media de edad de 23
años, menor a la de la población mundial (28).
También los hinduistas,
pertenecientes al cuarto grupo religioso con mil millones de creyentes (15%),
tienen un promedio de edad más bajo que el de la población mundial.
La tendencia a no tener religión
crece, así como los musulmanes y los hinduistas. Mientras tanto, el judaísmo,
la más antigua de las religiones monoteístas, representa solo el 0,2 por ciento
de la población y tiene la media de edad más alta y, por tanto, menos
posibilidades de crecer.
Sólo Dios y no el hombre ni la religión, es quien
trae cambios a su existencia...
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Según la investigación del Pew
Research Center, los budistas son el quinto grupo religioso más grande del
mundo, con 488 millones de creyentes, que representan el 7 por ciento de la
población mundial. Cerca del 99 por ciento de los seguidores de Buda están en
Asia Pacífico, origen de esta religión no teísta. En Norteamérica representan
un 1 por ciento, mientras que en el resto del mundo son un mínimo porcentaje.
La mitad de los budistas del planeta viven en China.
Una búsqueda afanosa de sentido para la vida
A lo largo de la
historia encontramos hombres y mujeres que, por diversas circunstancias, asegurar no creer en Dios. Tienen sus
propios argumentos: les decepciona que algunos cristianos digan una cosa y hagan otra,
diametralmente opuesta; que en algunos servicios religiosos sólo se hable de
dinero o, tal vez, que todo se circunscriba a restricciones. Puedo asegurarle
que excusas hay infinidad.
El apóstol Pablo y
Silas, su compañero de misión, iban de tránsito por varias ciudades y
llegaron a Atenas.
Estaban literalmente
sorprendidos por la idolatría que prevalecía en la ciudad. ¿No le suena
familiar en una sociedad donde abundan las filosofías y las creencias extrañas?
Aquella fue una oportunidad única para compartir sus enseñanzas con judíos y
filósofos de las diversas escuelas griegas.
“Cuando
les habló acerca de Jesús y de su resurrección, ellos dijeron: «¿Qué trata de
decir este charlatán con esas ideas raras?». Entonces lo llevaron al Concilio
Supremo de la ciudad. Entonces Pablo, de pie ante el Concilio, les
dirigió las siguientes palabras: «Hombres de Atenas, veo que ustedes son muy
religiosos en todo sentido, porque mientras caminaba observé la gran cantidad de lugares
sagrados. Y uno de sus altares tenía la siguiente inscripción: “A un Dios
Desconocido”. Este Dios, a quien ustedes rinden culto sin conocer, es de quien
yo les hablo. Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que
es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres, y las manos
humanas no pueden servirlo, porque él no tiene ninguna necesidad. Su propósito
era que las naciones buscaran a Dios y, quizá acercándose a tientas, lo
encontraran; aunque él no está lejos de ninguno de nosotros.”(Hechos 17:18-27.
Nueva Traducción Viviente)
Los griegos tenían mucho
conocimiento pero no experiencia espiritual. Igual que en nuestro tiempo. Esa
es la razón por la que el vacío gobierna la vida de infinidad de personas que
andan de un lado a otro procurando algo que llene sus expectativas, el camino
para una realización plena, y no lo encuentran.
¿Es esta su situación?
Quizá asistió por mucho tiempo a una congregación pero siente que nada ocurre
con su vida.
El problema no es la
religión sino usted y yo que fabricamos
dioses a nuestra conveniencia. Quizá nos da temor permitir que Jesús entre
y obre una transformación total en nuestro ser. Es algo propio de quienes
quieren seguir teniendo control de toda su existencia. Hasta tanto modifiquemos
nuestra forma de pensar y nos rindamos a Jesús el Señor, no encontraremos ni
sentido ni propósito para nuestra vida.
Un mensaje que confronta
Los patrones de
comportamiento, aprendidos en nuestra sociedad y reafirmados por mucho tiempo,
son responsables de nuestra mentalidad derrotista y esa sensación inexplicable
de que nada tiene sentido.
El Señor Jesús nos
ofrece una nueva vida, plena, de realización (Juan 10:19); sin embargo es
necesario que le permitamos modificar nuestros esquemas de pensamiento y acción
(Romanos 12:2). Es la esencia de emprender una nueva existencia, de cambio y
crecimiento personal. No es en nuestras fuerzas sino en las del Señor, que nos
fortalece para experimentar los cambios que necesitamos.
Es una decisión personal.
Nadie le obliga. No es asunto de religión sino de decidirse por una vida de
realización plena.
Lo lamentable es que
infinidad de personas cuando se ven confrontadas con el mensaje de renovación y
cambio, prefieran seguir como hasta ahora, aun cuando sabe que por ese camino
jamás llegarán a ninguna parte.
Cuando el apóstol Pablo
le compartió a los atenienses sobre la posibilidad de tener una experiencia con
el Dios que transforma vidas y nos lleva a nuevos niveles, desistieron de
seguir escuchándole:
“Cuando
oyeron a Pablo hablar acerca de la resurrección de los muertos, algunos se
rieron con desprecio, pero otros dijeron: «Queremos oír más sobre este tema más
tarde». Con esto terminó el diálogo de Pablo con ellos, pero algunos se
unieron a él y se convirtieron en creyentes. Entre ellos estaban Dionisio —un
miembro del Concilio —, una mujer llamada Dámaris y varios más.”(Hechos
17:32-34. Nueva Traducción Viviente)
Insisto: Nadie puede
obligarle a emprender una nueva vida. Es una decisión que nadie más que usted
puede tomar. Es probable que tenga muchos libros leídos y enseñanzas
almacenadas en su corazón, pero no le traerán cambio. Quien verdaderamente nos
transforma es Jesucristo cuando le abrimos las puertas de nuestro corazón y
permitimos que transforme todo nuestro ser. ¡Hoy es el día para llenar ese
vacío en su vida! Ábrale las puertas de su corazón a Jesús el Señor. Puedo
asegurarle que no se arrepentirá.
Si tiene alguna
inquietud, por favor no dude en escribirme a webestudiosbiblicos@gmail.com
©
Fernando Alexis Jiménez
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