Familias en armonía, familias
felices
Dedique el tiempo que más pueda
a su familia... Será algo edificante y productivo...
|
Fernando
Alexis Jiménez
El día que murió Ramiro,
sólo su esposa lloró, y eso porque sabía que en adelante enfrentarían muchas
penurias económicas y en una ciudad enorme y en cierta medida golpeada por el
desempleo como es México, no sería fácil conseguir trabajo. Su hijo Juan Carlos
se limitó a sonreir diplomáticamente ante las manifestaciones de solidaridad de
familiares y amigos. A él no le importó mucho que falleciera su progenitor; muy
en el fondo de su ser, estaba feliz.
¿La razón? ¿Acaso era un
hijo desnaturalizado? Por cierto que no. En criterio de sus conocidos, es un
buen muchacho. Sin embargo, el fallecimiento de papá representó para él la
libertad de las cadenas.
Desde su más tierna
infancia vio el mal trato que le daba a su madre así como el distanciamiento
que mantenía hacia él, aun cuando sabía que lo necesitaba. Esos períodos de
soledad lo llevaron a cultivar una baja auto estima, inseguridad y la terrible
sensación de que salvo la manutención, jamás tuvo en casa una figura paternal
representativa.
Igual que él, infinidad
de adolescentes y jóvenes sienten que no han tenido un verdadero y buen padre.
Les asaltan dudas, inquietudes y vacíos emocionales que procuran llenar con sus
compañías—muchas de ellas compuestos por amigos que les llevan por caminos
equivocados--, en las drogas e incluso, en la promiscuidad sexual.
Le invito para que lea
conmigo un pasaje revelador que se encuentra en el Salmo 127: “Si el Señor no construye la casa, el
trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo Si el Señor no protege la ciudad,
protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto,
desde la mañana temprano hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir
alimento; porque Dios da descanso a sus amados.”(Salmo
127:1, 2. Nueva Traducción Viviente)
En nuestra sociedad,
siempre encontraremos buenos y malos padres. Es algo inevitable. Es además, la
razón por la que enfrentamos millares de jóvenes rebeldes que dejan tras de sí
una estela de dolor, desolación y rencor hacia quienes le rodean. ¿Dónde está
el problema? En la figura paternal; en quienes tienen la enorme responsabilidad
de criar a sus hijos y no lo hacen de manera apropiada.
Si queremos edificar
hogares de éxito, donde prime una buena relación de pareja y en el proceso de
formación de nuestros hijos, es esencial que nuestro amado Dios y Padre
celestial, ocupe el primer lugar.
Generalmente tenemos
estrategias, quizá hemos leído libros sobre cómo ser mejores padres y hasta
hayamos asistido a cursos dictados por profesionales; sin embargo quien nos
asegura la victoria es Dios que debe tener una posición relevante en el hogar. Es
probable que hasta ahora no haya sido así, pues le invito para que tome la
decisión de permitirle al Señor que reine en sus relaciones familiares así como
en su existencia.
Ah, y si Cristo Jesús no
reina en su corazón, que sea éste el día para que le reciba como su Señor y
Salvador.
©
Fernando Alexis Jiménez
0 comentarios:
Publicar un comentario
SU OPINIÓN ES VALIOSA PARA NOSOTROS