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Un secreto para recibir abundantes bendiciones al orar


Un secreto para recibir abundantes bendiciones al orar
¿Desea ser bendecido?¿Cuándo
fue la última vez que oró a Dios?
Fernando Alexis Jiménez
S
olamente tenía un dólar en su cuenta de ahorros. Para ser sinceros, Julie Cervera, no lo recordaba. Le tenía tan inquieta el hecho de que su chequera estuviera sobregirada y que fuera inminente el corte del servicio de televisión por cabe debido a la falta de pago, que no se inquietaba por centavos.

Sin embargo, su historia cambió en un abrir de ojos; de la noche a la mañana, como solemos repetir en Latinoamérica.

Esta viuda fue la ganadora de 23 millones de dólares de la Lotería de California que se jugó el 30 de mayo del 2012.

--Normalmente no me preocupo por los billetes de la lotería; es cierto, compré una fracción en el supermercado, pero jamás imaginé que lo ganaría…—dijo la mujer, quien ahora pagará sus deudas, comprará un buen par de zapatos y llevará sus hijos a Disneylandia.


Tardó más de cuatro meses darse en cuenta que había ganado y tal vez se hubiera quedado sin cobrar su premio si la administración de la lotería no hubiera revelado datos de la persona que compró el boleto.

Julie tiene 69 años de edad que ha adoptado a dos niños con requerimientos especiales de 5 y 9 años.

En mayo, Julie y su hija Charlina, de 29 años de edad, fueron de Victorville a Palmdale a visitar a un familiar. Al regreso Charlina se sentía mal y le pidió a su madre que parara en una tienda para comprar agua. Julie se quedó en el carro y le encargó a su hija que comprara un boleto de la lotería. Charlina dijo que no quería hacer el mandado, pero le obedeció a su madre. Charlina le dio el boleto en el vehículo y Julie lo puso en la consola, en donde permaneció el momento en que lo buscó afanosamente para comprobar el número.

Aún quedan alrededor de 20 millones de dólares en premios que no han sido reclamados.

¿Le sorprendió esta historia? A mí también y sin duda, a infinidad de personas que la leyeron en los diarios, aun cuando son muy contadas—yo diría poquísimas—las veces en que alguien se gana de esta manera una lotería. Recuerde que no son los juegos de azar los que nos proveen riquezas, sino Dios que nos ama y quiere lo mejor para nosotros (Cf. Proverbios 10:22)

Rico, famoso y próspero…

¿Leyó alguna vez la historia de la lámpara mágica de Aladino? Esta historia se atribuye a un autor árabe aun cuando el escenario donde se desarrolla es una ciudad de China.

Recuerde que el joven, en uno de los momentos más críticos de su vida, halló una lámpara maravillosa en la que un genio concedía todo con sólo pedírselo. Y es con la ayuda de este genio que termina casándose con la princesa Badrulbudur. ¡Un cuento con un final feliz, pero cuento al fin!

Sin embargo, en la historia de la humanidad sí hubo un hombre al que le dijeron: “Pide lo que quieras y te lo daré”. Guardando las proporciones podríamos decir que se ganó la lotería sin comprarla.

Es tiempo de volver nuestra mirada a Dios en
oración si esperamos recibir de Él...
Se trata del rey Salomón. Su secreto para ser abundantemente bendecido y prosperado por Dios, fue su fidelidad al Señor. Dice el libro de los triunfadores, la Biblia, que “Salomón, hijo de David, tomó firme control de su reino porque el Señor su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso.”(2 Crónicas 1: 1. Nueva Traducción Viviente)

El hecho de caminar de la mano del Padre celestial, conforme a Su voluntad y siguiendo Sus preceptos, le aseguró al rey israelita la victoria donde quiera que iba. Todo cuanto hacía era prosperado.

Una maravillosa oportunidad

El rey Salomón era un hombre muy ocupado. Un ejecutivo de nuestra época. Un gobernante con la agenda apretada. Alrededor tenía multitud de consejeros. Personas que le mantenían informado de cómo iba el reino, las relaciones exteriores con otros países, de la economía de la nación… Y, tantas y tantas cosas. Difíciles de procesar para un solo hombre. Pese a ello, con todo y el cúmulo de ocupaciones que arrastraba diariamente, el rey Salomón sacaba tiempo para orar y encomendar sus planes y proyectos en manos de Dios.

Cuando asume la tarea de ejercer gobierno pleno sobre Israel, se vio confrontado con un enorme reto. Por eso, apenas tuvo oportunidad, revisó qué hacer y comprobó que la tarea era enorme.

Dios conocía su corazón. La preocupación de Salomón por hacerlo todo bien, con excelencia, para honrarlo a Él. Por ese motivo, en un encuentro que tuvo el monarca con el Señor: “Allí, frente al tabernáculo, Salomón subió hasta el altar de bronce en la presencia del Señor y sacrificó sobre el altar mil ofrendas quemadas. Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo: —¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré!”(2 Crónicas 1:6, 7. Nueva Traducción Viviente)

Pregúntese: ¿Qué haría usted si Dios le diera esa oportunidad?¿Acaso mayor crecimiento personal y espiritual?¿Experimentar cambios en el trato con su esposa e hijos?¿Un mejor empleo?¿Un auto nuevo, tal vez? Piénselo detenidamente.

¿Ya lo hizo? Entonces enumere las respuestas en orden de importancia. ¿Ya lo hizo? Ahora, detenidamente, evaluando cada línea, compruebe qué es lo que hay en su corazón.

Es probable que el asunto esencial esté allí: ¿Revisar qué le pedimos a Dios?¿Cuál es nuestra motivación?¿Deseamos honrarle o simplemente satisfacer nuestras necesidades?

Un corazón dispuesto para Dios

Cuando nuestro corazón está dispuesto para Dios, procuramos hacer la voluntad del Señor. No hay ambición, no hay afán de figuración, no deseamos la gloria; anhelamos que toda la gloria sea para Él.

Continúa relatando el libro que: “Salomón le contestó a Dios: —Tú mostraste fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. Oh Señor Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! Dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Dios le dijo a Salomón: —Por cuanto tu mayor deseo es ayudar a tu pueblo, y no pediste abundancia ni riquezas ni fama ni siquiera la muerte de tus enemigos o una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo como es debido,  ciertamente te daré la sabiduría y el conocimiento que pediste.  ¡Pero también te daré abundancia, riquezas y fama como nunca las tuvo ningún otro rey antes que tú y como ninguno las tendrá en el futuro!”(2 Crónicas 1: 8-12. Nueva Traducción Viviente)

Si usted ama a Dios y es fiel a Él, sin duda le concederá todas las peticiones de su corazón (Cf. Salmo 37:4)

Es cierto necesitamos provisión, dones y talentos para desarrollar la obra del Reino; pero todo cuanto recibamos, es para ¡honrarle a Él! Dios debe ser exaltado.

Puedo asegurarle que si estamos en el centro mismo de la voluntad del Señor, Él nos dará lo que pidamos. Él conoce nuestro corazón y sabe qué propósito oculto nos asiste.

¡Hoy es el día para entregar en manos de Dios todas sus peticiones! Él sabrá responder oportunamente porque sabe y puede hacerlo. Basta que su corazón esté dispuesto para Él. ¡No habrá límites!

A propósito: ¿Ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Es el mejor paso que podemos dar y del que jamás nos arrepentiremos, porque tomados de Su mano poderosa, emprendemos el maravilloso proceso de crecimiento espiritual y personal que tanto hemos anhelado. ¡No se arrepentirá!

Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos ahora mismo a webestudiosbiblicos@gmail.com

© Fernando Alexis Jiménez


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