Como padres estamos llamados a intercedor por los hijos |
1. Lectura Bíblica: Job 1:4, 5
2. Versículo para memorizar:
“Cuando
las fiestas terminaban —a veces después de varios días— Job purificaba a sus
hijos. Se levantaba temprano por la mañana y ofrecía una ofrenda quemada por
cada uno de ellos, porque pensaba: «Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a
Dios en el corazón». Esta era una práctica habitual de Job.”(Job 1:5. Nueva
Traducción Viviente)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
Recuerde a una
atribulada mujer que, por muchos años, clamó por su hijo. El chico,
adolescente, era drogadicto. Se internó en la tenebrosa selva de la marihuana y
la cocaína a raíz de sus amistades, que entabló en el colegio y se salieron de
los muros del claustro educativo para convertirse en sus allegados fuera de
clases. Algunas veces se peleó con pandillas y, una noche, lo sorprendieron
robando en un almacén.
--Mi hijo va camino al abismo--, se lamentaba la señora.
Aunque el panorama era
desolador, seguía clamando. Y Dios respondió. Lo sorprendente es que, en cierta
ocasión y cuando se iba a librar una batalla campal entre pandillas, su hijo
tenía un bate de béisbol y justo cuando lo iba a descargar sobre el rostro de
un contendor, recordó que su madre creía
en Dios y oraba por él. Y literalmente salió corriendo del lugar. Regresó a
casa ensangrentado, pero dispuesto a seguir al Dios de su progenitora. Algo extraño, diría después, le tocó el
corazón. Todos sabemos que era la respuesta del Señor a las oraciones de la
señora.
Job marcó su generación
no solo por los principios y valores que rodeaban sus actuaciones, sino porque
intercedía por sus hijos, como relatan las Escrituras: “Los
hijos de Job se turnaban en preparar banquetes en sus casas e invitaban a sus
tres hermanas para que celebraran con ellos. Cuando las fiestas terminaban —a
veces después de varios días— Job purificaba a sus hijos. Se levantaba temprano
por la mañana y ofrecía una ofrenda quemada por cada uno de ellos, porque
pensaba: «Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en el corazón». Esta
era una práctica habitual de Job.”(Job 1:4, 5. Nueva Traducción Viviente)
En una sociedad sin
principios ni valores, donde nuestros adolescentes y jóvenes se pierden, cuando
sus expectativas de vida son muy bajas, cobra particular importancia que los
padres intercedamos por ellos. Dios guardará sus vidas y les sacará del fondo
del pozo cenagoso si no cejamos de clamar por ellos.
Recuerde que Dios ama
nuestra familia y, sin duda, les protegerá. Su ángel protector estará a su alrededor.
¿Clama usted por sus hijos? Si no es así, hoy es el día para que asuma ese
compromiso, que no debe ser de un día sino permanente.
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Está pendiente de lo que hacen sus hijos?
b. ¿Se interesa por sus amistades?
c. ¿Toma tiempo para dialogar con sus hijos?
d. ¿Permite que sus hijos hablen sin reservas
sobre su vida o pone barreras a la conversación sincera?
e. Desde hoy un principio de victoria: ser intercesores por
nuestros hijos
©
Fernando Alexis Jiménez
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