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En medio de las pruebas, Dios nos enseña

En medio de las pruebas no estamos solos,
Dios nos acompaña


1.  Lectura Bíblica: Zacarías 19:3

2. Versículo para memorizar:

“A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”». (Zacarías 13:9. NTV)

3. Reflexión en la Palabra de Dios:

El trato de Dios es muy especial. Él sabe cómo pulirnos. Conoce qué áreas deben ser modificadas. Él sabe cómo, cuándo y de qué manera obrar en nuestro ser.


El profeta Zacarías habló al pueblo de Israel cuando un buen número de ellos estaban sufriendo las consecuencias de la incredulidad y la rebeldía.

Contrario a lo que pudiera pensarse, el mensaje resultó alentador para ellos: “A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”». (Zacarías 13:9. NTV)

Como Dios nos ama, a través de la aparente espera trata con nuestra vida, y nos enseña a desarrollar confianza y perseverancia. Dos principios fundamentales si queremos movernos en la dimensión sobrenatural de Dios.

Si anhela que sus oraciones tengan respuesta, tenga presente que es esencial que desarrollemos el principio de la perseverancia. Es muy sencillo pero de suma importancia cuando anhelamos ver la respuesta de Dios a nuestro clamor.

El Señor Jesús ilustró este fundamento cuando enseñó: Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices: “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”.  Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia. »Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá.  Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta. »Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden  un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar?  O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no! Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».”(Lucas 11:5-13. NTV)

Si dejamos de perseverar, quizá la respuesta vendrá. No que Dios espere que clamemos una y otra vez hasta respondernos, sino que hay ocasiones en que algunos factores parecieran separarnos del milagro o respuesta que esperamos.

Clamar y perseverar, dos elementos que son esenciales para quien se mueve en esa dimensión maravillosa del poder de Dios. ¿Por qué? Porque si hemos creído en un Dios de poder, para el cual nada hay imposible, es previsible que los hechos sobrenaturales se produzcan. Depende de usted y de mí que desarrollemos perseverancia hasta lograr aquello que le estamos pidiendo al Señor.

El Señor Jesús compartió con sus discípulos y nosotros hoy: “Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la haré!”(Juan 14:14. NTV)

Si vamos al Padre en oración, le recordamos que Su Hijo Jesús prometió que en ese Nombre tendríamos respuesta a nuestro clamor.

Cabe aquí recordar lo que enseña el autor y conferencista internacional, Charles Stanley: “Dios nos insta a orar porque sabe que a menudo estamos atrapados en cárceles que construimos nosotros mismos. Cárceles que no tienen barrotes ni cerrojos porque son cárceles intelectuales, cárceles emocionales… Recuerde que la distancia más corta entre un problema y la solución, es la distancia que hay entre nuestras rodillas y el piso.”(Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EE.UU. 1994. Pg. 9)

No dejemos de orar. Es esencial que lo hagamos. Nos lleva a recibir lo que pedimos y a caminar en esa dimensión sobrenatural que tanto anhelamos.

El paso más importante, en medio de todo el proceso, es que usted le abra las puertas de su corazón a Jesucristo. Es la puerta al proceso de crecimiento personal y espiritual que tanto ha anhelado, y que le permitirá moverse en la dimensión sobrenatural de nuestro amado Dios y Padre celestial.

4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a.  ¿Ha pedido a Dios algo especial para su vida?
b. ¿Persevera en pedirle a Dios un milagro?
c. ¿Qué impide que usted sea una persona perseverante en oración?
d. ¿Es consciente que perseverar asegura la victoria?
e. Una meta: Oraré delante del Señor hasta que los milagros ocurran en mi vida

© Fernando Alexis Jiménez


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