No podemos siquiera concebir el apartarnos de Dios |
1. Lectura Bíblica: Salmo 73:1-28
2. Versículo para memorizar:
“En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar
cerca de Dios! Hice al Señor Soberano mi
refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces.”(Salmo
73:28. NTV)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
C
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aminar en un nuevo sendero de vida, en el que
comenzó a reemplazar su comportamiento de padre mal tratador, constituyó uno de
los pasos de mayor significación para Ricardo. Lucía su mujer estaba feliz, aun
cuando no se fiaba pronto de sus pretendidos cambios. No obstante el paso de
los días la convenció. Aceptó que salieran de nuevo, que sacara a sus hijos los
domingos en la tarde, y aceptar que si demoraba una hora en llegar a casa, es
porque sin duda se encontraba trabajando en la oficina.
Juan
por el contrario, comenzó bien pero terminó mal. Dejó las drogas, se convirtió
a Cristo el día que alguien le regaló un Nuevo Testamento y leyó en el libro
palabras que le impactaron. Su madre estaba muy contenta porque progresivamente
dejó sus malas amistades. Las cosas iban bien. Incluso, él que jamás madrugaba,
se levantaba muy temprano los domingos para ir a la iglesia. Un buen día sintió
ansiedad por las drogas y volvió a lo mismo. Cuentan que lo han visto por ahí,
recogiendo material reciclable. Está de
nuevo perdido en las drogas. Se desprendió de la mano del Señor Jesús y recayó.
Dos
historias, dos escenarios diferentes, dos finales diametralmente opuestos. Ricardo se afirmó en Cristo y experimentó una
transformación total con su familia. Juan en cambio, se dejó arrastrar de nuevo
por el mundo.
El problema estriba en aprender nuevos principios,
contenidos en el libro de los triunfadores que es la Biblia, pero no hacerlos
vida en nuestra vida.
La
vida en Cristo debe ser de cambio, de transformación, de una renovada forma de
pensar y de actuar. El reconocido autor y conferencista español, Roberto Velert
Chisbhert, escribe: “Uno ve,
desgraciadamente, que no hay una relación directa entre el número de los que
van a la Iglesia y el nivel de fraternidad que se vive”. (Roberto Velert Chisbhert. “De la vida real”. Editorial CLIE.
España. 1991. Pg. 13) Si no damos lugar a que la Palabra de Dios tome forma
en nosotros, no habrá modificaciones en nuestro comportamiento, y sin duda,
pronto volveremos atrás.
Una realidad triste, sin duda,
pero que es necesario enfrentar y de la que habló el rey David: “Los que lo abandonen, perecerán, porque
tú destruyes a los que se alejan de ti.”(Salmo 73:27. NTV)
Volver
atrás del camino de Salvación, y permitir que la mundanalidad vuelva a
gobernarnos, es la peor decisión que una persona puede tomar. “No se en qué momento me alejé de Dios, pero
muy pronto no quería ir a la Iglesia, leer la Biblia y menos orar. Ahora estoy
tratando de volverme a Él”, confesaba una joven universitaria que se apartó
de los caminos del Señor.
Nuestra
meta debe ser permanecer fieles en la nueva vida que Dios nos ofrece. Nos
asegura la victoria, y también a nuestra familia. Caminar tomados de la mano
del Padre celestial, nos lleva a experimentar paz interior, un mejor nivel de
vida, y bendiciones. El Supremo Hacedor se convierte en nuestro ayudador en
todas las circunstancias.
Al respecto, el rey David
escribió: “En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar
cerca de Dios! Hice al Señor Soberano mi
refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces.”(Salmo
73:28. NTV)
La
decisión de experimentar cambios en nuestra existencia y permanecer en el sendero
de la vida, es nuestra y nada más que nuestra. Si ejercemos influencia en una
familia, la mejor determinación que podemos tomar es la fidelidad al Señor. Compromiso y perseverancia, he ahí dos palabras
claves que deben reflejarse en acciones concretas.
Desconozco
cómo ande su vida personal y su familia, pero lo que sí puedo asegurarle es que
si se prende de la mano del Señor Jesús, su vida será diferente y podrá
disfrutarla a plenitud. Hoy es el día para que lo haga. Recuerde, Cristo jamás
nos dejará solos; nos fortalecerá para que sigamos en Sus caminos…
4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a.
¿Soy fiel a Dios?
b.
¿Qué me impide asumir un verdadero compromiso con Dios?
c.
¿He sentido que es imposible vencer la mundanalidad?
d. Cuando
me asalta la mundanalidad, ¿vuelvo la Mirada a Dios?
e.
Una desde hoy: Caminar en fidelidad a Dios, siempre, en todas las
circunstancias
© Fernando Alexis Jiménez
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