Es importante que cada día vayamos a Dios en oración |
1. Lectura Bíblica: Proverbios 21:13;
Santiago 1:2, 3
2. Versículo para memorizar:
“De la misma manera,
ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y
trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual
del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para
que nada estorbe las oraciones de ustedes.”(1 Pedro 3:7. NTV)
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
La moratoria en la respuesta a
nuestras oraciones nos ofrece dos caminos: el primero, darnos por vencidos y no
seguir intentándolo; y el segundo: perseverar
en clamor hasta que las respuestas se produzcan.
Si
leemos cuidadosamente el texto, entramos también a reconsiderar la perspectiva
que podamos tener hoy sobre el por qué no responde Dios a nuestras oraciones.
Podemos reflexionar en la forma cómo pedimos y para qué pedimos, pero al mismo
tiempo, considerar que a través de esa aparente tardanza, podemos experimentar
crecimiento en la fe.
Tal vez se estará preguntando: ¿Qué
recomienda la Biblia en camino a recibir respuestas a las oraciones? Además de
que es un muy buen interrogante, debemos comenzar la respuesta con la necesidad
de desarrollar una vida de oración constante, totalmente dependiendo de Dios.
Tenga
en cuenta que nadie nos enseñará a orar. Aprendemos a orar, orando, como
escribe el evangelista, Luis Palau: “…uno
de los conceptos que solemos olvidar es que nadie puede enseñar a orar a otra
persona. La oración es algo que yo tuve que aprender por mi mismo y que cada
creyente tiene que aprender y practicar por sí mismo. Puedo compartir con usted
promesas bíblicas, algunas de mis propias experiencias o experiencias de mis
amigos, pero realmente no le puedo enseñar a orar. La oración es como la
natación. Rs algo que se hace en forma individual. Usted puede leer manuales
sobre la oración, puede orar a otras personas y oír lo que que esas personas
dicen sobre las respuestas a sus oraciones, pero hasta que usted no empiece a
orar no sabrá lo que en verdad es la oración. Para aprender a orar usted
necesita empezar a orar. No demore un minuto más, si la oración todavía no es
algo diario y emocionante en su vida. Se lo digo por experiencia.”(Luis Palau.
“Cristo a las Naciones”. Editorial Unilit. EE.UU. 1988. Pgs. 198, 199)
Ahora,
recordemos algunas pautas escriturales que nos llevan a recibir respuestas
cuando oramos:
1. Buenas relaciones familiares. Cuando hay conflictos con nuestro círculo
familiar, pareciera que se levanta una enorme barrera, como podemos inferirlo
de la enseñanza del apóstol Pedro: “De
la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno
viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero
participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla
como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.”(1 Pedro 3:7.
NTV)
Estar
en conflicto puede desencadenar estorbo al clamor, aspecto sobre el que debemos
meditar para aplicar correctivos de ser necesario.
2. Perdonar a quienes nos causan daño. Mantener un corazón lleno de
rencor constituye otra barrera para que nuestra relación con Dios, con nosotros
mismos y con las demás personas sea plena. El Señor Jesús enfatizó en la
necesidad de perdonar: “Si perdonas a los que pecan contra ti,
tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no
perdonará tus pecados.”(Mateo 6:14, 15) Imagínese
a alguien clamando a Dios mientras que odia a su cónyuge, a alguien en su
familia o a una persona cercana.
3. Nuestras peticiones deben glorificar a Dios. Todo cuanto pedía nuestro amado
Salvador Jesucristo, procuraba que Dios fuera exaltado, como lo enseñó en su
oración magistral en el Getsemaní: “Yo te di la gloria aquí en la tierra,
al terminar la obra que me encargaste.”(Juan 17:4)
Esta
pauta le llevará a reflexionar que quizá cuando usted ora por que algo ocurra,
tal vez está buscando su propia gloria, que todos alrededor sepan que es
súper-espiritual.
4. Alejar toda sombra de duda. No podemos estar
pidiendo a Dios un milagro y, por otra parte, estar gobernados por la duda,
como enseñan las Escrituras: “Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea
solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad
dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y
empuja de un lado a otro. Esas
personas no deberían esperar nada del Señor; su lealtad
está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.”
(Santiago 1:6-8)
La
Palabra de Dios es muy clara cuando señala que tales personas, las que se dejan
arrastrar por la incredulidad, deben esperar que se produzca un hecho
portentoso. Sencillamente la duda levanta una enorme barrera en su vida
espiritual.
5. Confiar en las promesas de Dios. Si algo tenemos claro es que lo
que anuncia nuestro amado Señor, lo cumple. Sobre ese fundamento, es necesario
que aprendamos a desarrollar confianza en sus promesas. Son como una Escritura
firmada en Notaría. Tienen toda la validez legal para que, posteriormente,
hagamos las reclamaciones. Confiar en las promesas de Dios, he ahí el secreto.
6. Dejar de lado toda motivación egoísta. Es fundamental que haya sensibilidad
espiritual. Si alguien necesita algo, antes que cerrar los ojos a su realidad,
debemos ayudarle en el proceso de clamar. Acompañarlo en esa labor. El libro de
los proverbios es claro cuando enseña: “Los que tapan
sus oídos al clamor del pobre tampoco recibirán ayuda cuando pasen necesidad.”
(Proverbios 21:13)
Concluimos
con algunos fundamentos: Es necesario desarrollar intimidad con Dios en
oración. A orar, aprendemos orando, y si procuramos que lo imposible se haga
posible, debemos perseverar. Ese tiempo de espera nos ayuda a desarrollar la
fe.
Le
animamos a permanecer, como hasta hoy, afincados en la fe de que la oración
transforma las circunstancias y es la puerta para que los milagros ocurran.
Si
tiene alguna inquietud, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
4. preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Hay
insensibilidad en nuestro corazón cuando oramos?
b. ¿Hemos
desarrollado intimidad en oración con Dios?
c.
¿Somos perseverantes en las oraciones?
d. ¿Acostumbramos
a orar diariamente?
e. Desarrollaré
a partir de hoy, con ayuda de Dios, el principio de la perseverancia al orar
© Fernando Alexis Jiménez
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