Es necesario persistir en la búsqueda de Dios |
1.
Lectura Bíblica: Lucas
4.2; Hechos 13:2, 3
2.
Versículo para memorizar:
“Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa
como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.”(Efesios
5:33. NTV)
3.
Reflexión en la Palabra de Dios:
Si tomamos como base el hecho de
que el ayuno encuentra complemento en la oración, y en muchos casos, en las
ofrendas (Cf. Mateo 6:1-18), es fundamental que tengamos muy claro el por qué
lo hacemos.
Hay
quienes al ayunar buscan bajar kilos, lo que no es muy espiritual, como tampoco
el hacerlo en la congregación incluso por encima del horario que se fijó
inicialmente, para que todos aprecien nuestro alto grado de espiritualidad.
Le
invito a considerar tres preguntas cuando vaya a dedicar tiempo a ayunar:
a. ¿Por qué voy a ayunar? La respuesta está en sus manos. ¿Procuro intimidad con
Dios?¿Estoy tras un milagro?¿Lo hago por obligación o, por convicción? Póngase
la mano en el pecho para ser muy honesto al responder.
b. ¿Estoy ayunando para guardar las apariencias de espiritualidad? Infinidad de personas
son amigas de estar contándole a todos, que van a una jornada de ayuno. Esas
expresiones de espiritualidad les ayudan a tener reconocimiento entre otros
creyentes. No es, dicho de paso, lo mejor que deberían hacer. No honran a Dios,
se están honrando así mismos.
c. El ayuno sin búsqueda de Dios no es otra cosa que aguantar hambre. Leí hace pocos días en
una revista, que el ayuno era recomendado
para perder peso. Inmediatamente pensé que las personas veían esta práctica
espiritual más como una dieta que como un camino de búsqueda de intimidad con
el Señor.
Cuando
vamos a las Escrituras, encontramos registro sobre relatos de hombres de Dios
quienes le buscaron en ayuno y oración en momentos específicos, muchos de los
cuales demandaban respuestas del Señor a necesidades o crisis (Éxodo 34:28;
Salmo 69:10; 2 Crómicas 20:3; Daniel 9:3; Lucas 4:1, 2; Hechos 13:2, 3)
Cito
aquí al autor y conferencista internacional, Charles Stanley, cuando anota: “Orar, dar y ayunar son actos personales de
adoración, y por lo tanto, se debe hacer en secreto. Debemos hacerlo por amor a
Dios, no porque anhelamos la alabanza del mundo. Si hacemos esas cosas por la
alabanza del mundo, entonces esa es la única bendición que
recibiremos.”(Charles Stanley. “Trátelo con oración”. Editorial Vida. EEUU.
1996. Pg. 37)
No
olvide que mediante el ayuno sometemos nuestros apetitos al Espíritu Santo. Ayunar
nos permite entregar a Dios nuestros temores e incertidumbres y, además, hace
posible encontrar respuesta divina a nuestros interrogantes e inquietudes
(Nehemías 1:4)
Resulta
interesante buscar los registros bíblicos cuando se alude al ayuno por parte de
hombres y mujeres que procuraban conocer Su voluntad. El primero y más
significativo hecho, es el tiempo que nuestro amado Salvador Jesucristo se
apartó al desierto. Dice el Evangelio que
nuestro Señor “…fue tentado por el diablo durante cuarenta días.
Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.” (Lucas
4:2. NTV) El
buscar del Padre celestial en ayuno y oración, fortaleció a Jesús nuestro
Redentor, en esos momentos críticos.
También
buscó el rostro del Supremo Hacedor, el escriba Esdras, en un momento crucial
para Israel: “Luego Esdras se retiró
de la parte delantera del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán, hijo
de Eliasib. Pasó la noche allí sin comer ni beber nada. Seguía en duelo
a causa de la infidelidad de los que habían regresado del destierro.”(Esdras
10:6. NTV) ¡Dios no se hizo esperar, y respondió a ese tiempo especial de búsqueda!
Por
último y en medio de los múltiples registros Escriturales que hay sobre el
ayuno y la oración, me permito citar a los apóstoles. Procuraban la guía de
Dios para contribuir a la extensión del Reino. “Cierto día,
mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo:
«Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he
llamado». Así que, después de
pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron.”(Hechos
13:2, 3. NTV)
Estoy
firmemente convencido que, si en medio de una situación particular busca al
Señor en ayuno y oración, encontrará respuestas. Es un camino especial, que toca el corazón de Dios
porque nos humillamos en Su Presencia. Él nos lleva a nuevos niveles, cuando
procuramos respuesta a nuestros interrogantes, a un milagro que pedimos, a la
necesidad de crecimiento personal y espiritual o cualquiera otra motivación de
orden espiritual.
Si
tiene alguna inquietud, por favor, no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com o
llamarnos al (0057)317-4913705
© Fernando Alexis Jiménez
4. Preguntas
para la discusión en grupo:
a.
¿En dónde busca usted la felicidad?
b.
¿Ha meditado en el hecho de que Dios es la fuente de la felicidad?
c.
Si ha pensado que Dios es fuente de felicidad, ¿podría explicar la razón?
d.
¿Cómo familias entregamos los problemas en manos de Dios?
e.
¿Gobierna Dios en nuestra relación de pareja y cuando interactuamos con los
hijos?
f.
En adelante sometemos nuestras familias en manos de Dios para que Él ocupe el
primer y más importante lugar
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