¿Hay crisis en el hogar? Es tiempo de buscar a Dios |
1. Lectura Bíblica: 1 Pedro 3:1-7;
2.
Versículo para memorizar:
“Ellos serán ganados al observar
la vida pura y la conducta respetuosa de ustedes.”(1 Pedro 3: 2. NTV)
3.
Reflexión en la Palabra de Dios:
Un matrimonio sólido
con principios y valores asegura la permanencia en el tiempo y la edificación
de hijos que serán útiles para la sociedad y agentes claves en el proceso de
transformación del mundo en el que nos desenvolvemos. ¿Cómo lograrlo? A partir
de la pareja, cuando cada uno asume el rol que le corresponde en el hogar.
El apóstol Pablo dejó el asunto claro cuando en su primera Carta,
explica cuál es la tarea y aporte decisivo del esposo y de la esposa, y cuál la
consecuencia que se debe esperar al término del proceso de construcción de una
relación de pareja en la que Dios gobierna.
Cierto hombre se quejaba de lo difícil que era mantener una buena
relación con su esposa. “Es grosera”, me dijo. Cuando nos sentamos a dialogar
sobre el problema, afloró que él procuraba imponer su voluntad y sentía que
ella era una persona que sólo debía obedecer. La sentía de su propiedad,
olvidando que como esposa es un ser frágil y, además, merece toda la
consideración que el esposo pueda brindarle. Y adicionalmente, que las
opiniones de ella son muy importantes. Allí radicaba el origen de la rebeldía de ella. Unos pocos ajustes
aquí y allá en el trato, produjeron
cambios sorprendentes.
En una sociedad en la que el machismo prevalece, la reacción de rebeldía
de la mujer es cada vez mayor. No soportan el mal trato y asumen una decidida
actitud de rechazo a las manifestaciones de agresividad de la que son víctimas.
Un esposo machista siempre encontrará dificultades para el matrimonio porque
ser hombre no nos privilegia para atropellar al cónyuge.
El apóstol Pedro recomendó a los creyentes del primer siglo y a nosotros
hoy: “De la misma manera, ustedes
esposas, tienen que aceptar la autoridad de sus esposos. Entonces, aun cuando
alguno de ellos se niegue a obedecer la Buena Noticia, la vida recta de ustedes
les hablará sin palabras. Ellos serán ganados al observar la vida pura y la
conducta respetuosa de ustedes.”(1
Pedro 3:1, 2. NTV)
La autoridad no debe ser entendida como poder para
imponer. Más bien es la capacidad que el Señor nos concede para direccionar,
en este caso, un hogar. Si creemos que es gritar más fuerte y asegurarnos que
los demás hacen lo que queremos, estamos en un grave error y es una señal de
alerta de que debemos imprimir cambios a nuestros patrones de conducta.
Reñir con la otra persona no es el camino; por el contrario, en algunos
casos se agravará la situación. ¿Qué hacer entonces? Manejar la situación con
sabiduría, que proviene de Dios. Sin reaccionar violentamente, es importante
hacerle notar al esposo que no se comparte su actitud machista. Serenidad y
calma en todo momento. Si el enojo le embarga, ore a Dios y espere otro momento
que resulte más oportuno.
Adicionalmente e importante: Ore a Dios. Él es quien cambia las
actitudes y el comportamiento de las personas, y lo hará con su esposo, porque
es el Creador quien transforma el corazón (Cf. Ezequiel 36:26, 27) No se
desanime. Persevere. Conozco infinidad de hogares que han sido transformados a
partir de una actitud de perseverancia en la oración por parte de una esposa
cansada del mal trato y del comportamiento agresivo e intolerante del marido.
Dios es quien trae paz y armonía a nuestra relación familiar, y quien
nos ayuda a reconocer los errores para corregirlos. El proceso comienza cuando
dejamos de luchar en nuestras fuerzas y comenzamos a depositar nuestra
confianza en Él. Hoy es el día para hacerlo. Si no ha recibido a Jesucristo, es
el momento para hacerlo y emprender de Su Poderosa mano, el proceso de crecimiento
personal y espiritual. Si tiene alguna
inquietud no dude en escribirnos a webestudiosbiblicos@gmail.com
© Fernando Alexis
Jiménez
4. Preguntas para el crecimiento personal y
espiritual:
a. ¿Qué impide que reconozcamos el rol de nuestra pareja en el hogar?
b. ¿Albergamos orgullo que nos impida reconocer que mi pareja es una
bendición?
c. Ante los problemas, ¿he pensado en el divorcio?
d. ¿Llevo mis problemas delante de Dios en procura de su ayuda?
e. Desde hoy no lucharé más en mis fuerzas sino que dependeré de Dios para
crecer.
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