El poder de Dios sigue manifestándose en nuestras vidas hoy |
1. Lectura Bíblica: Mateo 13:53-58
2. Versículo para memorizar:
“Pero Jesús les dijo: No
hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí
muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.”(Mateo 13: 58).
3. Reflexión en la Palabra de Dios:
Siempre
tuvo el convencimiento de que los cristianos evangélicos eran un grupo de
fanáticos. “No dejan dormir, en especial los domingos en la mañana”, se
quejaba. Le incomodaban los cantos en el templo y que, con las palmas, alabaran
a Dios. “Existen otras formas de dar gracias a Dios”, aseguraba.
Pero
el día que el mal tocó a su puerta, debido a que su madre se encontraba
gravemente enferma en una clínica, comprendió la grandeza de su error.
“Siempre
los veo alegres, como si nada les afectara”, razonó. Y, desesperada porque
los facultativos no daban mayores esperanzas de vida para su progenitora, se
encaminó a la capilla.
Habló
con el pastor. “Sin duda Dios les escucha a ustedes más que a una pecadora
como yo”, le explicó. Con la Biblia abierta, el ministro le expuso que Dios
nos ama a todos, y cuando estamos en Su voluntad, nos escucha a todos.
Después
de animarla a recibir a Jesucristo como su salvador personal, la animó a orar a
Dios en procura de un milagro.
Se
aferró en clamor. Era su única y última esperanza. Lo hizo como el náufrago que
se aferra al pedazo de madera que la salvará. Oraba en todo momento. Once días
después se produjo la respuesta. Su madre salió del estado de coma en que se
encontraba sumida.
Hoy
las dos asisten a la iglesia. Zuleima Carabalí Obonaga está convencida, ahora
sí, de que Dios obra poderosamente y que somos usted y yo, con nuestra
incredulidad, quienes podemos poner límites a su mover maravilloso.
La
incredulidad es un obstáculo para que se manifiesten los milagros de Dios. Es
cierto, Él puede obrar por encima de nuestra voluntad, sin embargo no es
arbitrario. Jamás obrará atropellando ni obligando. Él es Dios pero también, es
nuestro Padre y nos ama. Y a través de los problemas nos permite descubrir que
le necesitamos.
Hay
un pasaje bíblico revelador en el que hallamos los tropiezos que pone la
incredulidad:
“Aconteció que cuando
terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí. Y venido a su tierra, les
enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían:
¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del
carpintero?¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y
Judas?¿No están todas sus hermanas con nosotros?¿De dónde, pues, tiene éste
todas estas cosas? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay
profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos
milagros, a causa de la incredulidad de ellos.”(Mateo 13:53-58).
Observe
que el Señor Jesús quería manifestarse. El problema no era Él sino ellos, por
su grado de incredulidad.
Tal
vez ocurre igual con su existencia. Anhela la intervención divina para que
cambien las circunstancias que enfrenta. Puede tratarse de asuntos económicos,
de salud o incluso, de relaciones interpersonales.
Revise
su vida. Es probable que las sombras de la duda estén impidiendo la
manifestación ilimitada de Dios.
Si
descubre que es así, medite por un instante que nuestro amado Padre creó el
universo. Todo cuanto existe es fruto de su mano prodigiosa. Para Él no es
imposible hacer algo especial en su existencia. Entonces, ¿por qué levantar
barreras?
Clame
a Él. Tenga la certeza de que los milagros ocurrirán. Nada es imposible si nuestra
fe está afincada en el Creador.
4. Preguntas para el crecimiento
personal y espiritual:
a.
¿Desea moverse en la dimensión de los milagros?
b.
¿Ha cruzado la barrera de la incredulidad?
c.
¿Cuáles considera que son sus principales obstáculos de fe?
d.
¿Está pidiendo ahora mismo por un milagro de Dios?
e.
Una meta: Seguir perseverando en oración hasta que los milagros ocurran en
nuestra vida
©
Fernando Alexis Jiménez
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