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Démosle amor a nuestra familia

Debemos mantenernos atentos a cómo va nuestra familia, siempre

1. Lectura Bíblica: Romanos 12:8, 9

2. Versículo para memorizar:

No deban nada a nadie, excepto el deber de amarse unos a otros. Si aman a su prójimo, cumplen con las exigencias de la ley de Dios. Pues los mandamientos dicen: «No cometas adulterio. No mates. No robes. No codicies». Estos y otros mandamientos semejantes se resumen en uno solo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»” (Romanos 12:8, 9. Nueva Traducción Viviente)

3. Reflexión en la Palabra de Dios:

Las familias están atravesando en el mundo por una profunda crisis. Lo grave es que naciones históricamente identificadas como cristianas, y nos referimos a los Estados Unidos, están a la par de países como España, Francia, Alemania y Japón donde el cristianismo no constituye mayoría entre su población. Algo está pasando. Los cimientos han sido socavados y el desmoronamiento en la relación de pareja y en el esquema de comunicación padres-hijos, sigue enfrentando un peligroso distanciamiento. El panorama es aún mas preocupante en América Latina donde prevalece el machismo y el respeto a la mujer brilla—en la mayoría de los países—por su ausencia.


El deterioro en la relación familiar no es algo que se produce de la noche a la mañana. Obedece como tal, a un proceso, en el que generalmente no apreciamos grandes cambios hasta que llega el momento en el que la proximidad de una espiral sin fondo, un abismo muy profundo, nos envía señales inequívocas y en muchos casos, puede ser tarde.

¿Cuáles son los principales enemigos de la relación familiar? Permítanme relacionarle algunos: el trabajo, el egoísmo, las muchas ocupaciones en la Iglesia, perseguir nuestras propias metas y no las que benefician a la familia, buscar sólo la satisfacción propia, el fútbol, la lectura del diario o de libros de manera compulsiva, chatear por teléfono, pasar demasiado tiempo ante el computador y, por supuesto, ver demasiada televisión.

¿Vive usted alguna de estas situaciones? Pues tome nota, porque afectan su relación en el hogar y minan la intimidad emocional que debe alimentarse diariamente con su cónyuge y sus hijos.

Los autores, reconocidos mundialmente por su dedicación a salvar a las familias americanas, escriben: “Para mantener algo fresco, vivo y en buen orden, hacen falta cuidado, mantenimiento y, algunas veces, restauración. El matrimonio no escapa a esta regla. A menos que se mantenga fresco y se nutra, se desvanecerá como una vieja fotografía. El matrimonio es una relación dinámica de amor entre un hombre y una mujer, y cada instante esa relación se hará una profunda y rica o se estanca y decae. Y todos los matrimonios deteriorados señalan al meno un camino oscuro y solitario que puede terminar en divorcio.”(Gary y Barbara Rosberg. “Matrimonio a prueba de divorcio”. Editorial Unilit. EE.UU. 2004. Pg. 17, 18)

Si nos vamos desconectando de la familia, todos los componentes terminan por acostumbrarse a ese distanciamiento. La falta de alimentar la relación rendirá sus frutos, representados en la crisis en el hogar. De ahí que encontremos esposos y esposa resentidos, que no quieren seguir intentándolo, e hijos rebeldes, que quieren abrirse paso en la vida por sus propias fuerzas y métodos.

Si Dios ocupa, como debe ser, el primer lugar en nuestra familia, aseguramos que esa relación no se desmoronará fácilmente. Pero a ese elemento esencial, debemos sumarle el amor, que hoy por hoy es la tabla de salvación para la familia. Recibir e interiorizar el amor de Dios en nuestras vidas y transferir ese amor a la familia. Esa es la clave.

La mejor descripción del amor, la encontramos en la carta del apóstol Pablo a los Romanos, versículos del 8 al 14. Allí nos describe de qué manera el amor permea la forma de pensar y de actuar, en el cristiano y en quienes asumen el compromiso de traer transformación en su hogar.

Estamos obligados a amar a nuestra familia. No es sólo porque se trate de nuestro cónyuge y los hijos, sino porque son nuestro prójimo. Amarlos por encima de todas las cosas que puedan comprometer nuestros esfuerzos. Recordemos que el esquema es: amor a Dios, en primer lugar, y amor a nuestra familia, en segunda instancia.

El apóstol Pablo dejó muy claro este principio cuando escribió: No deban nada a nadie, excepto el deber de amarse unos a otros. Si aman a su prójimo, cumplen con las exigencias de la ley de Dios. Pues los mandamientos dicen: «No cometas adulterio. No mates. No robes. No codicies». Estos y otros mandamientos semejantes se resumen en uno solo: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»”(Romanos 12:8, 9. Nueva Traducción Viviente)

El amor que le neguemos a la familia, pone de manifiesto que nuestro amor a Dios no es perfecto. Es necesario revisar este aspecto en nuestra vida. ¡Hoy es el día para recobrar a nuestras familias, para dar ese paso fundamental con ayuda de Dios!

Usted no está luchando solo. Dios está con usted. Y si Cristo el Señor no mora en su corazón, hoy es el día apropiado para que le abra las puertas de su vida y de su familia…

4. Preguntas para el crecimiento personal y espiritual:
a. ¿Tiene el amor de Dios morando en su vida?
b. ¿Expresa amor a su cónyuge y a sus hijos?
c. ¿Se le dificulta expresar amor a su familia?
d. ¿Ha intentado manifestarles amor a su esposa y a sus hijos? Hágalo hoy
e. Meta desde hoy: aprender a expresarle el amor a mi cónyuge y a mis hijos
© Fernando Alexis Jiménez
  

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